La crisis de los refugiados puede resumirse en una foto, que en los últimos días ha dado la vuelta al mundo e impactó fuertemente en las poblaciones europeas, levantando oleadas de solidaridad como pocas veces se ha visto.
En la pequeña Islandia, hasta 12 mil personas se han unido a la campaña de la reconocida escritora Bryndis Bjorgvinsdottir, en la que solicita al gobierno de su país que acoja a un mayor número de refugiados sirios. Hasta ahora la isla ha acogido a 39 refugiados en los últimos cinco años, 13 de ellos de Siria. Desde 1956, el número de refugiados asciende a tan sólo 511 personas. Este año se propone recibir a 50. En la insólita propuesta difundida por Facebook, la escritora señala: “Los refugiados serán nuestras futuras parejas, nuestros mejores amigos, nuestra siguiente alma gemela, el baterista para la banda de nuestros hijos, el próximo colega, Miss Islandia 2022, el carpintero que finalmente terminará el baño, el cocinero de la cafetería, el bombero, nuestro presentador de televisión”.
En otros países europeos se multiplican las presiones y la solidaridad, incluyendo al papa Francisco que propuso que cada parroquia europea acepte refugiados. “Que cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada santuario de Europa acoja a una familia comenzando por mi diócesis de Roma”, expresó Francisco desde la ventana del palacio apostólico del Vaticano durante su discurso después del rezo del ángelus, este pasado domingo.
Llama la atención, en un mundo dominado por el marketing, capaz de generar deseos y rechazos pulsando el clic de la planificación de los impulsos consumistas, que una oleada de emociones a favor de los migrantes a los que, ahora de modo casi unánime, se denominan como refugiados.
Algunos analistas, como el francés Thierry Meyssan, sostienen que el cuerpo del niño Aylan Kurdi ha sido “colocado” en la playa para que las fotos surtieran el efecto deseado. Argumenta que la imagen fue tan fabricada como la “crisis de los refugiados”, y se basa en la forma casi perpendicular a las olas en que estaba el cuerpo, cuando debía haber estado en paralelo a las mismas si fue empujado por ellas hasta la playa.
Pero lo más asombroso, lo que irrita la inteligencia, es la capacidad de sensibilizarse ante un drama humano (hasta ahí una actitud noble) sin preguntarse las razones por las que millones de personas migran hacia Europa en este momento. Si se preguntaran los porqués, no podrían evitar culpar a sus gobiernos que desde la primavera árabe comenzaron la destrucción de regímenes como los de Libia y Siria, de donde provienen una parte pequeña de los que buscan ingresar a Europa. Sin embargo, el presidente de Francia apuntó a resolver la crisis como buen estadista europeo: enviando cazas para bombardear el país. Sin que las buenas conciencias se llamen a indignación.