El 3 de noviembre se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento del general Alfredo Stroessner, dictador de Paraguay durante 35 años, uno de los puntales del Plan Cóndor. A diferencia de otras conmemoraciones del mismo día, bautizado Día Feliz por los promotores de la celebración, entre los asistentes de este año figuró nada menos que el presidente de la república, Horacio Cartes. Es más: lo encabezó. Secundándolo estaba el presidente del Senado, Mario Abdo Benítez (hijo de quien fuera secretario privado del dictador), más algunos jerarcas judiciales y decenas de funcionarios públicos, más militantes del gobernante Partido Colorado
Las protestas por la celebración abarcaron organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional, el Serpaj y la Coordinadora de los Derechos Humanos (Codehupy), el Comité de Iglesias para Emergencias, las centrales sindicales Cut y Cnt y otros grupos sociales, que en un comunicado conjunto denunciaron el “grave retroceso político” y el estímulo a la impunidad que representa la participación del presidente en un homenaje de ese tipo.
Stroessner murió en 2006 en su dorado exilio brasileño. Detrás de él dejó un país saqueado y un horripilante balance en víctimas. Según el informe de la Comisión Verdad y Justicia, que entre 1994 y 1998 investigó lo sucedido bajo la dictadura, en 35 años hubo más de 20 mil detenidos políticos (90 por ciento de ellos torturados), 400 desaparecidos y decenas de ejecuciones extrajudiciales.