Los primeros meses del nuevo gobierno frenteamplista parecerían indicar un viraje en la política exterior del país –el condicional es válido, porque los anuncios más cuestionados fueron hechos por jerarcas del Ejecutivo, sin la convalidación en las esferas gubernamentales ni opinión de la fuerza política que llevó nuevamente a Tabaré Vázquez a la Presidencia–, tanto en el plano de la inserción comercial como del alineamiento político.
Sin embargo, el condicional no corre para la política ensayada desde la cancillería, que sí tiene su norte muy claro, aunque a veces reciba porrazos como el ocurrido en ocasión de la discusión del Tisa.
El canciller, Rodolfo Nin Novoa, sorprendió a propios y extraños en Francia cuando sostuvo que durante el ejercicio del cargo en el Consejo de Seguridad de la Onu Uruguay apoyará “una acción decidida, firme, una brigada de confrontación. No Uruguay, porque no tiene elementos, pero desde el punto de vista conceptual, la alternativa es esa. Buscar una alianza internacional que pare estas facciones violentas que están llevando mucha desazón, mucha destrucción y mucha muerte en muchas partes del mundo”. Nin se refería al Estado Islámico (EI), desplegado en Siria, Irak y varios países que han sufrido el descalabro de sus estados después de la llamada “primavera árabe”.
La afirmación, hecha en suelo galo (Francia integra el grupo comandado por Estados Unidos y con participación de Turquía que realiza operaciones aéreas contra el EI, sin consentimiento de la Onu), fue tomada como un respaldo a dichas acciones, que otros gobiernos del mundo no comparten ya que entienden que tienen como fin derrocar al presidente sirio y generar un espacio hostil a Irán.
El diputado de Asamblea Uruguay (AU, Fls) José Carlos Mahía comentó a Brecha, respecto de las declaraciones de Nin: “No salí de mi sorpresa cuando escuché las declaraciones del canciller, por eso me parece bueno que la fuerza política converse con el ministro. Desde el punto de vista de las definiciones, el FA está en contra del terrorismo, de cualquiera de sus formas, y contra el imperialismo, cualesquiera sean sus formas. Ahora, la realidad de Oriente Medio y el conflicto del EI tienen trasfondos económicos, religiosos, e intereses muy potentes que no siempre están a simple vista. Tengo la sensación de que seguir la voluntad de Nin puede significar meterse en camisa de once varas”.
Los dirigentes frenteamplistas coincidieron en adjudicar mucha liviandad a las afirmaciones del canciller. Así, el representante del Pcu en el Secretariado del FA, Daniel Marsiglia, recordó a Brecha declaraciones hechas a la Cnn por el general estadounidense Wesley Clark (ex comandante supremo de la Otan entre 1997 y 2000) que sostenían que la Cia junto a los israelíes crearon el EI para combatir a Hizbolá y al gobierno sirio. Por lo cual, a su entender, “no se puede caer en el absurdo de apoyar una política intervencionista –más allá de la necesidad de combatir al terrorismo, y así lo plantee a la hora de redactar el programa del FA– de aquellos que desataron esos demonios en Oriente Medio. Más cuando uno de los que intervienen, Turquía, lo que ha hecho recientemente es bombardear posiciones kurdas, cuando fueron éstos los que obligaron a retroceder al EI en la frontera turca con Siria”.
Del asombro y la preocupación tampoco escapa el diputado socialista Roberto Chiazzaro, quien cuestionó las declaraciones de Nin, observando que si bien en el transcurso de las horas se han relativizado, no le parece conveniente que Uruguay apoye una coalición que combata a los yihadistas, porque si “ciertamente resulta correcto combatir al terrorismo, esa conducta debe abarcar a todos los terrorismos, también al de Estado. Hemos visto sistemáticamente cómo los estados castigan a la población civil, los drones han hecho devastaciones, como la destrucción de un hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán. Y nos preocupa que los kurdos que combaten contra el EI son bombardeados por Turquía”.
Sebastián Valdomir, diputado del Mpp y coordinador de la bancada progresista del Mercosur, señaló a este semanario que el surgimiento del EI y su fortaleza en esa región del mundo se deben a que Estados Unidos y la UE han tenido una política errática. “Por ejemplo, los objetivos que la coalición ataca en Siria son del EI, pero su intención no es apoyar al gobierno sirio, sino directamente destronarlo. Lo contrario de lo que hizo Rusia, que logró desarticular más objetivos yihadistas que la alianza en un largo período”, comentó.
Para la mayoría del Frente los dichos del canciller, aunque luego fueran matizados en cierta forma por Vázquez, no hacen más que demostrar cómo piensa jugar en términos geopolíticos Uruguay, y aparentan corresponder a la idea de inserción internacional de asociarse a los grandes bloques promovidos por Estados Unidos en su estrategia por recuperar la iniciativa económica y comercial en el mundo. Con las palabras de Nin el país deja su tradicional política de no alineamiento en términos políticos, y aparenta cobijarse bajo el liderazgo estadounidense y de la UE.
Según Marsiglia hay una contradicción entre el primer gobierno de Vázquez y el actual. A partir de 2005 se restablecieron, añadió, las relaciones con Cuba, se trabajó en la creación de la Unasur y la Celac (integrada por todos los países americanos con excepción de Estados Unidos y Canadá), se tomó al Mercosur como la plataforma de un mundo que se integra a través de bloques y se buscó una mayor complementación Sur-Sur.
LA OTRA PATA. En cuanto a la inserción comercial las opiniones en el oficialismo están más divididas. Por ejemplo, Mahía advierte que el drama de América Latina parece no tener fin: “Pasaron más de 500 años y estamos todavía desintegrados. Las sintonías políticas no se concretaron todavía en integración económica, y los intereses de las burguesías nacionales ni siquiera dieron para hacer el desarrollo capitalista regional. Brasil nunca lideró ese proceso y los fenómenos de corrupción han menoscabado la legitimidad de los gobiernos progresistas”. Por lo cual, en opinión del legislador de AU, Uruguay tiene que trabajar sobre un esquema de regionalismo abierto. Dado que si sus competidores en los productos que el país genera se ven protegidos por acuerdos multilaterales, en los que Uruguay no está, a la larga lo que se pierde son fuentes laborales.
En cambio, para Chiazzaro existe un giro negativo en la política de inserción internacional, pues parece que el gobierno estaría dispuesto a embarcarse en esos megaemprendimientos como el Transpacífico y en su momento el Tisa. “Se busca un modelo de inserción internacional dejando de lado el esquema de integración regional. Creo que hay que estudiarlo, porque dejar de lado la inserción regional implicaría pérdidas para Uruguay que habría que cuantificar, y creo que no resulta conveniente. Compras públicas, propiedad intelectual, trato nacional, son las cosas que ponemos en riesgo en esos tratados plurilaterales”, señaló el diputado socialista. Y añadió que el reciente caso de Uber es una demostración de las desregulaciones que podrían procesarse si, por ejemplo, se hubiera firmado el Tisa.
Valdomir recordó que ni el Acuerdo del Pacífico, el Transpacífico, o el Tisa estaban dentro del programa del Frente. Y agregó que lo que hoy se percibe es que la región es una de las opciones de inserción internacional, pero que no es la única ni la principal. En el período de gobierno pasado el Mercosur fue el centro, pero aun así Uruguay nunca vendió a tantos países, hubo un récord de mercados. Se negoció producto a producto. Eso se hizo sin salir de la unión aduanera, sin pedir ningún tipo de libertad, indicó el dirigente emepepista.
Un ex integrante del gobierno de José Mujica dijo a Brecha que la única preocupación del actual gobierno es que el Mercosur firme un Tlc con la UE. Algo que parece lejano, por los actuales intereses europeos, ya que se niegan a modificar sus políticas de subsidios al sector agropecuario. No obstante, y reconociendo las dificultades del pacto regional, el ex jerarca subrayó que se debe insistir en la complementación productiva entre sus integrantes, para que el país no sea dependiente de commodities, de los cuales Uruguay es además tomador de precios, lo que a la larga aumenta su dependencia económica.