—¿Por qué te involucraste con la política al punto de haber sido diputado, primero, y luego candidato a senador y a vicegobernador por la Unión Cívica Radical?
—Por convicción, también a los 32 años fui secretario general del gremio de actores argentinos, lo cual me trajo muchos problemas, muchos problemas, pero siempre me pareció que hacía lo que debía hacer y cuando adherí al partido del ex presidente Raúl Alfonsín, del cual llegué a ser asesor ad honorem, estaba convencido de que era el hombre indicado para señalar el camino. No me equivoqué; cuando cantábamos, en la campaña, “democracia por cien años más”, nunca fuimos desmentidos. Estoy orgulloso de haber conocido a Alfonsín, mucha agua ha corrido desde entonces y sufrimos mucho, pero sigo convencido de que el radicalismo es la respuesta a la mayoría de nuestros males. Tampoco se trata de un idilio, tengo matices y discrepancias con el partido, pero sigo creyendo en su vocación democrática y estoy contento y sereno, con las manos limpias.
—Y estás seguro de que la coalición que encabeza Mauricio Macri vencerá.
—Sí, y de que va a ser lo mejor, porque tenemos que recuperar la república. No ya la democracia sino su esencia, la república. ¿Publicás esto antes de la segunda vuelta? Decí tranquilo que ganamos.
—¿Macri te genera garantías para el día después?
—Las garantías me las genera la ideología y la práctica política a la que adhiero, no los individuos. Tenemos que tener un programa sustentable de gobierno y de salvataje de un país hastiado de corrupción, con una educación en caída libre –estuvimos cerca del último lugar en las pruebas Pisa–, y también comprometernos genuinamente con el padecer de millones de ciudadanos. Hay que superar el caudillismo, sus nefastas consecuencias, y enriquecernos con los colectivos sociales y políticos capaces de reconstruir una nación deshecha. No estuvimos 125 años en la gestión pública porque sí, somos un activo territorial insoslayable. Y como no poseemos un candidato presidencial competitivo, se hizo este acuerdo para que Macri nos represente, en coherencia con la verdad que Alfonsín formuló en 1992, cuando dijo que Argentina es ingobernable por un solo partido. Tengo confianza en la gente, en los tantísimos trabajadores que nos ayudarán a emanciparnos de los corruptos.
—¿Por qué aceptaste ser asesor ad honorem de Alfonsín?
—Quería preservar mi trabajo artístico. Canjeé, digamos, remuneración por libertad para no descuidar los escenarios.
—¿Qué importancia otorgaste a las políticas culturales en tu pasaje por la Cámara de Diputados?
—Yo era uno entre 157, lo que puedo traerte, si te interesa, es el registro de mi labor parlamentaria, impresa por el Congreso, donde figuran los proyectos que presenté y el nombre y apellido de las personas que recibieron becas, subsidios y pensiones graciables.
—Personas con trayectoria cultural.
—Personas con necesidades. Vinculadas a la cultura propuse varias iniciativas, una de ellas la ley de mecenazgo, vetada por Duhalde, muy interesante y por suerte vigente en la ciudad de Buenos Aires.
—Partiste al exilio amenazado de muerte por una organización de extrema derecha y a los pocos meses regresaste, ¿por qué?
—No podía soportar vivir lejos de mi tierra. Y fui el único gremialista en ganar una elección del gremio de actores argentinos estando fuera del país, en octubre de 1974. Contra una lista peronista.
—Tu carrera como actor de cine, teatro y televisión es arborescente y surtida de premios. ¿Qué desearías hacer, en teatro, que no hiciste?
—La obra en la que estoy ahora. Es un espectáculo que le hace bien a la gente y transita su tercer año en cartel.
—¿Por qué le hace bien a la gente?
—Vení a verla y vichá alrededor.
1. Parque Lezama, de Herb Gardner, adaptada y dirigida por Juan José Campanella, con Luis Brandoni, Eduardo Blanco y elenco. Teatro El Galpón, sala César Campodónico, viernes 20 y sábado 21 de noviembre a las 21, domingo 22 a las 19.30 horas. Las entradas, que oscilan entre 900 y 1.350 pesos, pueden adquirirse en Red Uts, Tienda Inglesa, Red Pagos y boletería de El Galpón.