Es sabido que el último gran bestseller uruguayo ha sido El club de los millones. Ser rico en Uruguay, del diputado Fernando Amado. No lo he leído, aunque inevitablemente vi las repercusiones en varios programas y en alguna prensa. Confieso haberlo ignorado con una indiferencia parecida a la que he dado a las noticias sobre el reciente romance de Vargas Llosa con Isabel Preysler. Brecha, acorde con mis prejuicios, no lo ha comentado. Ahora, mi adicción por los ensayos que discuten la situación del periodismo en la actualidad me llevó a leer cosas que naturalmente me instigan a revisar esa actitud. No hace mucho sugerí desde esta misma sección de Brecha que cierta atención a la industria de los alimentos podría proveer material fértil para investigar las redes de intereses que gobiernan el mundo y denunciar su inequidad, del mismo modo que puede rendir un examen en el precio de algunos medicamentos (no necesariamente los oncológicos). No me sorprende entonces que Michael Massing haya titulado su artículo del New York Review of Books sobre el periodismo dedicado a los ricos de Wall Street: “Reinventando el periodismo. La historia del 1 por ciento”. Sí me sorprendió mucha de la información que da, pero eso porque soy una ignara, así que no voy a sortear las razones que esgrime para persuadir de la importancia política de conocer entre otras cosas en qué gastan su fortuna y a qué causas “donan”.
El mentado 1 por ciento es el de los ricos de Estados Unidos, de ahí la importancia de “documentar la estructura de la riqueza, el poder y su influencia” para calibrar las proporciones de acumulación de riqueza, poder e influencia que caracterizan a la todavía primer potencia mundial. El cronista aboga por la importancia que tiene “mostrar cómo es que los súper ricos hacen su dinero, cómo lo gastan y con qué consecuencias”. Dice que después de las manifestaciones en el centro financiero en Manhattan, en 2011, el célebre Occupy Wall Street tuvo consecuencias en el periodismo económico, y aunque juzga que todavía se centra en las idas y venidas de los poderosos Ceo (gerentes de alta gama), se ha vuelto más crítico y también más creativo. Y eso pasa cuando el periodista intenta demostrar cómo, a partir de las herramientas tecnológicas hoy disponibles, es posible empezar a cruzar datos y mostrar en la luz a muchos que consiguen ocultarse, cuando lo previsible nos espanta.
Lo que hizo fue partir de un artículo de la revista online Dealbook, que listaba algunos personajes de la elite financiera que ganan anualmente 1.300 millones de dólares (sí, es correcto), y luego investigar un poco más. Así dio con un tal Paul Singer, un Ceo de Elliott Management, prominente fondo de cobertura. En su prontuario consta que: es el mayor donante individual del Partido Republicano, apoya a candidatos que sean partidarios de la libre empresa y estén contra cualquier regulación, aunque como tiene un hijo gay también apoya a quienes promuevan el casamiento igualitario. Estuvo relacionado con los llamados “fondos buitres” y el episodio que retuvo a la fragata Libertad de la armada argentina en Ghana. Es un contribuyente generoso del Tea Party. Su dinero también incide en política internacional: es contribuyente en varias instituciones de apoyo a Israel (en muchos casos también directivo de sus juntas) y donó 3,6 millones sólo a la Fundación de Defensa de las Democracias, que ha trabajado incansablemente para aislar y poner sanciones a Irán. Lo curioso es que el propio periodista se muestra sorprendido del alcance de la red armada en torno al tema nuclear e Irán y sobre cómo esa red donde distintas figuras aparecen y reaparecen en diferentes instituciones, sigue intacta y se mantiene bastante invisible a los ojos de la opinión pública. Las injerencias y acciones de este solo individuo son muchas más e incumben también a la educación y a más de una universidad.
Anoche vi Citizenfour, el documental sobre Snowden. Si él podía denunciar el enorme poder que acumulaba el Estado al disponer de tanta información privada de los ciudadanos, lo que Massing muestra en su larga investigación es que también se pueden cruzar datos para revelar las conspiraciones que los poderosos ejecutan diariamente para manejar el mundo. El poder del dinero lo seguirán teniendo, pero será menos poderoso si se sabe quién financia qué. El porqué no es difícil de deducir.