El domingo 13 de diciembre fueron elegidas, en una jornada histórica, entre nueve y 18 mujeres para cargos de representantes en los concejos municipales de Arabia Saudita. Se trata de la primera vez que las mujeres ejercen su derecho al sufragio: por dicha y gracia del rey Abdullah esta vez pudieron votar y ser designadas miembros del Consejo de la Shura, órgano que se ocupa de asesorar a la monarquía. El país carece de parlamento, en cambio es designado un consejo consultivo que se encarga de proponer legislaciones, pero no de redactarlas o aprobarlas.
Según datos oficiales, de 1.486.477 personas que se registraron para votar (apenas un 5,15 por ciento de una población de 28,83 millones), 130.637 fueron de sexo femenino, pero la proporción fue mayor entre los postulantes a los cargos: como informa Télam, de los 6.916 anotados, 978 eran mujeres. Su baja asistencia a las urnas se explica por una razón multicausal: no las dejan o les complican tanto la vida que el solo hecho de votar supone para ellas otro engorroso trámite. Arabia Saudita es el único país del mundo en el que se les prohíbe a las mujeres conducir un auto, y se considera que para hacer casi cualquier cosa deben pedir permiso a sus maridos. Como señala Amnistía Internacional, una mujer no puede tener trabajo remunerado, recibir educación superior, obtener un pasaporte, viajar ni casarse sin la autorización de un tutor varón (“guardián masculino”, se le llama); si en algún momento se le ocurriera hablarle a un hombre ajeno a su familia, podría ser acusada de adulterio o prostitución. Durante la jornada electoral las votantes mujeres debían hacerlo en locales diferentes a los de los hombres.
Las postulantes tenían prohibido utilizar su imagen para la campaña, por lo que no podían aparecer en los carteles electorales, ni tampoco pudieron expresarse personalmente ante un público masculino para difundir sus ideas; a lo sumo podían reunirse en un mitin exclusivamente compuesto de mujeres. Lo que nos lleva a preguntarnos cómo es que van a hacer las electas para ejercer sus funciones, ya que no podrán mantener encuentros cara a cara con los hombres; según anunció este miércoles el director general de Asuntos de los Concejos Municipales, Judai al Qahtani. “Estamos haciendo muchos nuevos ajustes con la participación de mujeres en el concejo. Sin embargo, no pondremos en compromiso los límites religiosos”, subrayó el director, enfatizando que “las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, pero no habrá reuniones mixtas”.
Como apuntó hace unos meses The Guardian, la implementación del voto femenino en el país habría obedecido a que Gran Bretaña llevó a cabo un arreglo secreto para intercambiar votos, para “asegurar a ambos estados ser elegidos para el Comité de Derechos Humanos de la Onu”, lo cual pondría en evidencia el absurdo monstruoso de que un Estado religioso que tortura, decapita públicamente a gente por docenas y niega a las mujeres libertades básicas se coloque al frente de un panel clave de los derechos humanos.