Ibm, la empresa estadounidense de tecnología informática, lanzó una campaña para “estimular” el trabajo de las mujeres en la ciencia, llamada “Hackea un secador de pelo”. Pero cuando sus creativos creían que era una incitación a una revolución, simplemente redundó en una de las peores campañas publicitarias de la historia reciente de la compañía
Para promocionar la brillante idea, la empresa lanzó un video que invitaba a “redefinir la errada percepción que existe sobre las mujeres en la tecnología, y enfocarse en lo que realmente importa de la ciencia”. La campaña pedía a las mujeres orientadas a la ciencia y la tecnología que alteraran el diseño de un secador de pelo, y luego compartieran los resultados en el sitio web de la empresa.
Aunque las intenciones parecían ser inocentes, la campaña daba a entender que la brecha tecnológica entre hombres y mujeres existe porque las mujeres no saben que pueden hacer ciencia, y para estimularlas debían ser atraídas por objetos femeninos. Con esa idea no sólo se reforzó el estereotipo de que las mujeres valen solamente por su belleza física, sino que también colocó al género como una gran masa homogénea frente a una masculinidad diversa.
El video fue lanzado en YouTube en octubre e inicialmente no generó mucha atención en las redes sociales, pero fue a principios de diciembre cuando la empresa agitó a las masas mediante su cuenta de Twitter usando el hashtag #HackaHairDryer (hackea un secador de pelo) y el mensaje: “Experimenta para rediseñar lo que importa en la ciencia”. A partir de ese momento las respuestas no tardaron en llegar y la red social ardió. Miles de usuarios se manifestaron –en su mayoría mujeres– y comenzaron a protestar por el tono y mensaje de la propuesta.
“Yo no tengo un secador de pelo rosa de IBM. Así que ahora tengo que hacerme camarera o peluquera de perros, en vez de una científica bonita”, decía uno de los mensajes. “Lo siento IBM. Estoy demasiado ocupada trabajando en la química de los labiales y escribiendo fórmulas con corazones sobre las íes”, ironizaba otra usuaria.
La campaña también atrajo la atención de mujeres científicas, como la ingeniera espacial Stephanie Evans que escribía en su cuenta de Twitter: “Está bien IBM. Preferiría construir satélites, pero buena suerte con eso”, o la bióloga molecular Upulie Divisekera que manifestaba: “Dejo la reparación de los secadores de pelo a los hombres. Estoy muy ocupada trabajando en nanotecnología y tratando el cáncer”.
Tras la catarata de mensajes, la empresa retiró el video de las redes y emitió un comunicado a través de Twitter asumiendo su error y pidiendo disculpas: “Gracias por los comentarios sobre nuestra campaña. Los escuchamos y les pedimos disculpas por errar el blanco. Nos comprometemos a hacerlo mejor en el futuro”.
La situación lleva a descubrir que las mujeres ocupan una mínima porción de las compañías avocadas a la tecnología. En IBM sólo una cuarta parte del equipo directivo es de sexo femenino, de acuerdo con los datos publicados en su sitio web. A pesar de esa escasez, el número de mujeres ejecutivas aumentó 562 por ciento en los últimos 20 años. Tal vez para la próxima, antes de lanzar una campaña deberían consultar a sus propias trabajadoras.