Eduardo Mateo, Eduardo Darnauchans y Fernando Cabrera no tienen hijos. Las hijas de Zitarrosa no son cantantes. El hijo de Jaime Roos es fotógrafo. No debe ser fácil ser hijo de uno de esos nombres y a la vez querer ser músico.
Esa ruta casi imposible es la que emprendió Julieta Rada, y lo ha hecho con tal inteligencia y sensibilidad que ha evitado parecerse a su padre, el inmenso Ruben Rada, autor de melodías populares como pocas, animal escénico químicamente puro y la voz masculina más naturalmente dotada que haya registrado la música popular uruguaya.
Hermana de Lucila y Matías, también músicos, Julieta ha sabido ya en su primer disco, AfroZen, de 2012, y especialmente en este reciente Corazón diamante, tomar una ruta propia, con una cabeza de autora y un estilo vocal que parece bastante lejano al de Ruben.
En una escucha poco atenta, lo que hace Julieta parece dirigirse hacia ciertas formas de pop argentino con temas que deben algo a Fito Páez y a la forma de cantar “lavadita” de Fabiana Cantilo e Hilda Lizarazu. Pero si la escucha es más detallada descubrimos que este último disco suyo tiene muchos puntos de contacto con la tradición afrouruguaya, ya que al funky y la electrónica contemporáneos le suma toques de candombe sutiles pero inequívocos. Así que, de Páez, Cantilo y Lizarazu en realidad poco y nada, y sí mucho de su compinche y socio de todas las horas, el gran guitarrista Nicolás Ibarburu, y una barra impresionante de talentos involucrados en esta producción, como Martín Ibarburu en batería, Gustavo Montemurro en teclados, Nego Haedo en percusión, y por supuesto su hermana la cantante Lucila Rada y su hermano el guitarrista Matías Rada. Corazón diamante tiene, además, invitados de lujo, como el legendario bajista y cantante Urbano Moraes, Rey Tambor, Hugo y Francisco Fattoruso y su padre, Ruben.
Hay mucha sensibilidad en la composición de preciosas canciones, a cargo de Julieta y Nico Ibarburu, mucha experiencia y talento en los impresionantes arreglos –uno de los puntos fuertes del disco– y mucha sensibilidad en el “coloque” de la voz de Julieta, que pese a su dulzura tiene mucho carácter y fuerza.
Como si fuera poco, hay una letra de Martín Buscaglia, otra de Jaime Roos y una de “Pinocho” Routin bellamente musicalizadas por Julieta y Nico.
Cuesta encontrar en este delicioso y sorprendente álbum un punto flojo. No lo hay. Casi todas las canciones son especialmente señalables.
“El surco de tu mano” abre el disco con su candombe funky y su seductora melodía. “Densa”, escrita por Gustavo Montemurro, sorprende por su preciosa letra. “Dombe” es el momento donde la base de candombe tiene “más Rada”. “Corazón diamante” es una hermosa balada, lo mismo que “Desear de cristal” y “Ala delta”, ésta con letra de Pinocho Routin. Se destacan también la vertiginosa “Trenza”, con descomunal solo de piano de Hugo Fattoruso, y el hermoso milongón “Claroscuro de San Juan”, con preciosa letra de Jaime Roos. Julieta, pese a su camino bien personal, homenajea en forma notable a su padre cantando dos versiones que respetan el original pero suenan “a hoy” de dos clásicos imperecederos de Ruben, como “Malísimo”, incluido en el histórico disco Radeces, de 1975, y “Heloísa”, el gran éxito del segundo disco de Totem, Descarga, de 1972. En ambos casos hay una auténtica reu-nión de familia porque intervienen también Lucila, Matías y Ruben, quien emociona absolutamente en “Heloísa” al cantar los clásicos versos: “Te esperaré en mi ventana
te esperaré en la mañana”.
Julieta Rada tiene un talento propio, un camino propio y consolidado y éste es, sin duda, uno de los grandes discos de 2015.
Julieta Rada. Corazón diamante. Bizarro, 2015.