Se suponía que el pasado domingo 24 los haitianos elegirían un nuevo presidente en segunda vuelta, pero la votación debió suspenderse ante las movilizaciones populares que rechazaron la existencia de un único candidato –oficialista–, ya que Jude Célestin, el líder del partido de oposición Liga Alternativa para el Progreso y la Emancipación de Haití (Lapeh), se retiró por considerar que hay falta de garantías.
La situación no es nueva. Hace un año, en enero de 2015, tampoco pudieron realizarse las elecciones legislativas y el parlamento, lisa y llanamente, debió cerrar. Eso implicó que Martelly tuviera que gobernar varios meses sin un poder legislativo que actuara como equilibrio y control de su accionar.
Cuando se intentó votar un nuevo presidente, el 25 de octubre, la abstención fue del 75 por ciento.
Human Rights Watch (Hrw) indica que en esa oportunidad algunos veedores y contralores electorales alertaron sobre fraude y falta de transparencia, razones que también estuvieron en el centro de protestas ciudadanas que fueron reprimidas con gases lacrimógenos. Incluso dos candidatos de esa primera vuelta –registra Hrw– señalaron que fueron agredidos por disparos policiales con balas de goma.
Ahora resta conocer cuál será la postura de la Oea ante el pedido del gobierno haitiano, ya que parece ser un hecho que el 7 de febrero Martelly dejará su oficina, sin que todavía se haya elegido un sucesor. Por el momento Brasil, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Venezuela se opusieron a que el organismo conducido por Luis Almagro tome una decisión “exprés”.
El ex canciller uruguayo trasladó el tema al Consejo Permanente y pidió hacer una consulta al Tribunal Supremo de Haití para que dictamine qué dice la Constitución sobre la formación de un gobierno de transición.