—¿Cuál es tu análisis sobre la victoria de la derecha en Argentina?
—Por primera vez en mucho tiempo la derecha logró construir una base de legitimación social suficiente como para ganar una elección, lo que implica que logró votos incluso en sectores populares.
La pregunta es cómo lo logró, o mejor dicho, qué es lo que no supimos ver y prevenir para evitarlo. El gobierno de Cristina Kirchner venía con un desgaste innegable después de 12 años, con una situación económica que, por primera vez en mucho tiempo, afectaba la capacidad de consumo de gran parte de la población, y se enfrascó en una pelea con el multimedios Clarín, que lo absorbió.
Hay que decir que fue sometido a un bombardeo mediático y a un hostigamiento sin parangón, pero falló en atacar algunas bases del poder económico de la gran burguesía, en desarticular el poder corporativo de jueces y empresas de comunicación, y sobre todo en fomentar la organización popular de base, los medios comunitarios, la economía autogestionada, todas políticas que le hubieran permitido llegar con más fuerza a la disputa electoral.
Más allá de estos errores políticos y de construcción, el problema es que no se advirtió el potencial de la derecha para construir una base social reaccionaria capaz de movilizarse, se subestimó la capacidad de Macri para hacer una campaña electoral eficaz, y se descuidó la disputa de los sectores medios y medios bajos.
El gran éxito de la derecha, y esto no es un fenómeno exclusivamente argentino, es lograr construir un votante-consumidor, que adquiere un voto como un producto del supermercado, y la derecha hizo una campaña brillante para aprovecharlo, mintiendo deliberadamente en el período preelectoral.
Ese votante-consumidor, paradójicamente, fue generado o, mejor dicho, reforzado, por el propio éxito de la política económica del gobierno, que basó la recuperación de la economía en el mercado interno, a través del consumo. De esta forma, en vez de fomentar un sujeto popular organizado y consciente, terminó fomentando un conjunto social desmembrado, individualista y consumista, que además pensó que las conquistas de la lucha de 2001, y los beneficios sociales logrados en estos 12 años, eran derechos adquiridos que no estaban en riesgo. Convencerlos de esto último fue un gran logro de la campaña de la derecha, clave para su triunfo.
(Tomado de la publicación digital española Diagonal, por convenio. Brecha reproduce fragmentos. Ruggeri es especialista en el estudio del movimiento de empresas recuperadas por sus trabajadores.)