Mientras que un número de personajes importantes estuvieron presentes, según publicó el diario Los Angeles Times, Francisco no habría asistido a la proyección de la película (según declaraciones del pontífice, hace más de 20 años que no ve cine). Tras la proyección, Peter Saunders, miembro británico y sobreviviente de abuso sexual, alabó a Spotlight, a la que calificó de “excelente”: “Todo católico debe verla, y ciertamente todo el clero”.
El drama, como ya casi todo el mundo sabe, documenta una investigación periodística ganadora de un premio Pulitzer en 2002, sobre abusos sexuales a niños por parte de sacerdotes de Boston, que eran tapados por la Iglesia Católica. “Esta película dio voz a los supervivientes. Y este Oscar amplifica esa voz, la cual esperamos se convierta en un coro que resuene y llegue hasta el Vaticano. Papa Francisco, es hora de proteger a los niños y restablecer la fe”, dijo el productor Michael Sugar al recibir el premio. El pedido de Sugar fue bien recibido por el Vaticano, que se manifestó a través del portal de su periódico L’Osservatore Romano. A través de un artículo publicado en la sección Cultura, la crítica italiana Lucetta Scaraffia califica a la película de “interesante” recalcando que no se trata de una producción “anticatólica”.
Si bien la periodista destaca que la pedofilia existe en todos los ámbitos de la sociedad ya que “no deriva necesariamente del voto de castidad”, hace una suerte de mea culpa en el que manifiesta que, en el caso de la lucha de la iglesia, “las dificultades que encontró Ratzinger no hacen más que confirmar la tesis de la película, es decir, que muchas veces la institución eclesiástica no ha sabido reaccionar con la necesaria determinación ante estos crímenes”. Y con un poco más de dureza sentenció que “está claro que en la Iglesia demasiados se han preocupado más de la imagen de la institución que de la gravedad del hecho”. Scaraffia elogió, además, la narración de los efectos que tienen estos episodios en los fieles, calificando de “gravísimo” el uso de la autoridad para aprovecharse de inocentes.
Al final del artículo, la periodista hace una breve reflexión en la que considera que el guiño del productor al recibir el galardón significa que todavía hay confianza en la institución y en la “limpieza” que la administración de Francisco está realizando en la interna del Vaticano. Sobre el tema puntual de los abusos sexuales, el pontífice restableció la comisión del Vaticano sobre el abuso sexual clerical en 2014, y también creó un tribunal destinado a procesar a los obispos que encubrieron los crímenes de sacerdotes abusivos.
El padre jesuita Hans Zollner, miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, declaró a la Radio del Vaticano que muchos obispos instaron a otros a ver la película y “tomar en serio su mensaje central que es que la Iglesia Católica puede y debe ser transparente, justa, comprometida a luchar contra el abuso, y debe asegurarse de que no vuelva a suceder”. “Los líderes católicos no pueden pensar que el abuso sexual clerical va a desaparecer si no hablan de ello”, dijo el padre Zollner, “creo que éste es uno de los mensajes centrales de la película”.
Lo cierto es que la nueva postura de los voceros de la iglesia es bastante sorpresiva. Tras centurias de negación sistemática o de sepulcral silencio, la institución comprendió que un cambio en su estrategia era necesario; la supervivencia frente a un escándalo cuyas magnitudes son absolutamente demoledoras para su imagen, radica en la diplomacia y la más cristiana asunción de culpas. Era eso o prepararse para una contienda inagotable de la que, seguramente, saldrían peor parados.