El gobierno de Pekín ha enviado en diciembre un documento a los productores de cine y televisión chinos en el que pone en evidencia prácticas que hasta ahora eran vox pópuli pero no habían sido tan explícitas. Esta “guía de contenidos”, que pasó a conocimiento público, fue elaborada por la Administración de Prensa, Radio, Cine y Televisión, y urge a los productores a excluir de sus contenidos una lista de temas considerados “altamente peligrosos”. Como en China no existe un sistema de clasificaciones parentales para las películas, ese es el departamento que simplemente se dedica a juzgar los contenidos y resolver si pueden difundirse o no. Una de las últimas películas extranjeras que no fue aceptada fue el blockbuster de superhéroes (o súper antihéroe) Deadpool. Lo que por lo general suele hacerse es recortar las escenas que resultan inconvenientes y distribuir en el país una versión editada (censurada, más bien), pero con esta última cayeron en la cuenta de que no había forma.
Como constata el comunicado, para el gobierno existe una serie de temas de alta toxicidad para los adolescentes, como por ejemplo las drogas, el alcohol y las peleas. Y varias películas ya han sido directamente bloqueadas por contener algunos de estos elementos. Otros temas en los que el gobierno chino pone el foco son las “relaciones sexuales o el comportamiento sexual anormal” (no sólo la homosexualidad pasaría a estar vedada, también la infidelidad y los contenidos que pudieran promover la creencia en la reencarnación o la brujería).
En 2011 hubo un comunicado similar que señalaba como cosas negativas “la fantasía, los viajes en el tiempo, las compilaciones aleatorias de historias místicas, argumentos bizarros, técnicas absurdas, o incluso la propagación de supersticiones feudales, fatalismo y reencarnación, las lecciones morales ambiguas y la ausencia de un pensamiento positivo”. La reportera de Cnn Eunice Yoon explicaba que el gobierno ve todos estos asuntos como algo perjudicial para el patrimonio chino.
Ahora también se prohíben las representaciones de matrimonios infelices, y se les exige a los guionistas olvidarse de cualquier cosa que “glorifique el colonialismo, las guerras étnicas, las conquistas a otros países por parte de las dinastías” e incluso las representaciones de “estilos de vida lujosos”, ya que todo esto podría generar envidia o resentimiento, y por consiguiente “socavar la estabilidad social”. Algunos medios locales, como el South China Morning Post, informan que la censura viene quitando de circulación, entre otros, varios programas policiales en los que se muestra el modus operandi de delincuentes y policías, ya que se piensa podrían “enseñar” a la población civil a cometer delitos.
Como suele ocurrir con estas prohibiciones, llega un punto en que los realizadores ni siquiera tienen claro qué es lo que se puede hacer y lo que no, ya que en última instancia todo parecería depender de los márgenes de tolerancia del censor de turno. En los hechos, ya parecería ser muy poco lo que puede filmarse sin ofender al gobierno.