Kuropa es el nombre colectivo del proyecto personal de Diego Kuropatwa. Lanzaron su interesante y sensible primer disco en 2006. Le siguió un segundo compartido con Rubén Olivera (2009). Éste1 es su tercer trabajo. El grupo base tiene la más típica formación beat: dos guitarras (Kuropatwa y Federico Mujica), bajo (el notable Andrés Pigatto) y batería (Martín Muguerza, uno de los más creativos y solventes de Uruguay). El disco está producido por Guillermo Berta, responsable junto al técnico Emilio Ferrari de un sonido contundente, que tiene un montón de compresión pero preserva una saludable sensación de espacio. Las participaciones de los músicos de la banda se distinguen con notable claridad, aunque no así los pocos instrumentos “orquestales” invitados, que quedan medio sumidos en la maraña.
Hay dos surcos sin banda, en los que Diego comparte el canto y las guitarras con referentes de una generación previa, Fernando Cabrera (en “Tengo”) y Rubén Olivera (en “Herencia”). Todas las músicas son suyas, y las letras también, con la excepción de una compartida con Olivera y otra que es un soneto de Mario Benedetti. Estas presencias insinúan una ascendencia del Canto Popular, pero sólo parecen haber quedado del Canto Popular sus facetas menos cuestionadoras y específicas. Para empezar no se distinguen en la música rasgos identitarios uruguayos (salvo algún perfume difuso, a ser observado o no por la subjetividad de cada uno; por ejemplo, algunos giros letrísticos o melódicos que pueden recordar a Darnauchans). Tampoco está la faceta modernista e inquietante, ni lo político en las letras, que aquí lidian todas con asuntos personales. Sí hay un aire medio nostálgico, que la predominancia de ritmos ternarios contribuye a ambientar. Es decir, no se parece casi nada al Canto Popular, suena nomás como una especie de pop de cantautor.
La mayoría de las letras están en segunda persona. Algunas le dicen al interlocutor que se libere de sus trabas. Otras se dirigen a la amada y cantan una cotidianidad enamorada. Otras hacen lo mismo, pero el amor aquí es paterno, hacia la hija chica. Unas pocas miran hacia adentro y contemplan cierta confusión interior. Sólo en los intersticios se puede adivinar posibles fisuras. En una canción los elementos de una descripción idílica están “lejos de ahí”. ¿De “ahí” dónde? No se llega a decir que están lejos de aquí, es decir, que no están, pero a falta de otra aclaración esa idea queda picando. Y en “Para regresar” es tal el anhelo por volver al pasado que se pone en cuestión la plenitud insinuada en las demás canciones, incluidas aquellas en las que el yo poético pontifica (¿no será esa segunda persona una primera desplazada?).
Todas las canciones están en tonalidad mayor. No tiene un tratamiento “clásico” sino “pop”, es decir, circular, no-modulante, con extensos énfasis en la tónica y en la subdominante, y omitiendo muchas veces en la melodía una o dos notas de la escala. Es llamativo en un músico con la formación amplia y sólida de Kuropatwa esa insistencia en lo “común”: no hay una única nota cromática en las líneas vocales principales de todo el disco (los pocos cromatismos aparecen en el acompañamiento o en algunos interludios instrumentales). Aun si los arreglos están muy bien planteados, nunca ningún instrumento se sale de su uso habitual. Las composiciones son casi todas métricamente cuadradas. Es decir, con respecto a los discos previos, este nuevo trabajo no sugiere una expansión de horizontes sino, al revés, un estrechamiento.
No debe de ser coincidencia que las letras más ambiguas y grises estén acopladas a las músicas menos encajadas: “Lejos de ahí” tiene una base rítmica muy sincopada y nerviosa, pone en evidencia la poderosa guitarra rítmica de Kuropatwa, el arreglo luego se sumerge en ruido y antes de confirmarse la tonalidad mayor (como todas las demás) por un buen rato sentimos que estamos en un ámbito modal (re bemol mixolidio). “Herencia” tiene un ritmo irregular que se escapa de la cuadratura general.
El jueves 19 de mayo a las 21 horas Kuropa va a estar presentando su trabajo en Tractatus (rambla 25 de Agosto 1825).
- Herencia, Bizarro, 6310-2, 2015.