Una muchacha china está lavando la ropa, y en la habitación se le aparece un hombre negro fornido, manchado con pintura roja y blanca –evidentemente, estaba pintando la casa–. El hombre le silba a la chica, y se le acerca sensualmente. Luego de un intercambio de miradas y flirteos, cuando están por besarse, ella le mete una pastilla de detergente en la boca y lo empuja violentamente dentro del lavarropas. Ella se sienta sobre la tapa de la máquina, mientras se sienten los forcejeos y gritos del hombre. Luego del lavado, el tipo sale de dentro del lavarropas convertido en un atractivo joven chino de piel clara, con una remera blanca inmaculada. La chica sonríe, con plena aprobación.
El que seguramente sea el comercial más racista de nuestros tiempos causó un escándalo inmediato en las redes sociales tanto de China como del resto del mundo, y el fabricante de detergentes Qiaobi debió pedir disculpas en un comunicado: “Lo sentimos por el daño causado a los hombres de raza negra con la difusión de nuestra publicidad”, y retiró el aviso de los medios, así como todos los enlaces que lo contenían. Pero, lejos de desaparecer, el anuncio se volvió viral. Luego de ser subido a Youtube por un usuario (puede verse bajo el título “Racist Chinese detergent brand Qiaobi ad”), el anuncio ha sido visto casi diez millones de veces en los últimos meses. Como recoge la Cnn, en Weibo, la versión China de Twitter, un usuario originalmente posteó: “Dios mío, ¿la gente del marketing chino no es formada en asuntos raciales?”. Ante algunos comentarios que defendían el contenido del spot, otro respondía: “Si no entendés por qué el aviso es racista, felicitaciones, sos racista”.
Pero en definitiva la firma no tuvo que hacer nada más que pedir disculpas mediáticamente, y el producto ganó una difusión impensable. Ateniéndose a una lógica estrictamente numérica, de posicionamiento de marca, de visibilidad y feedback, Qiaobi lo logró. Y no parece haber normativas ni interés político alguno que impidan que vuelva a hacerlo.