Por Jorge Alemán*
Bombardeos que arrasan y destruyen países para siempre sin que nadie afronte las consecuencias, musulmanes o europeos hijos de musulmanes que no saben quiénes son y no encuentran ningún lugar en el Otro socio-simbólico, paraísos fiscales que esconden el dinero del terrorismo, occidentales que por doquier sostienen que el islam es estructuralmente “totalitario” para asegurar a continuación el estatuto de “guerra” en relación al futuro bombardeo.
¿Por qué los musulmanes no quieren lo mejor de Occidente: derechos civiles, prácticas sexuales libres, derecho al secreto, ironía con los símbolos, etcétera? Porque Occidente utiliza desde hace tiempo la apariencia de lo Universal como encontrado su nueva forma: destruirse a sí mismo para destruir al otro. La gran novela de principios del siglo XX de Roberto Arlt Los siete locos da una premonición de la destrucción de los demás y la propia, como la última y más decisiva redención. Franquicias terroristas, asesinos modelados por la PlayStation, sujetos que quieren reinventarse con su propia muerte y, por fin, labrarse un nombre propio dan la medida de la destrucción de los lazos sociales llevada a cabo por el capitalismo.
Todo esto es el mejor combustible que alimenta a la ultraderecha, que prepara su sostenido ascenso.
¿Qué nombre tiene la izquierda y qué operación política para detener este movimiento circular capitalista que se consume a sí mismo sin que ningún exterior lo desconecte?
* Psicoanalista y escritor argentino residente en Madrid.