Doña Cecilia Giménez, la octogenaria española que hace unos años en un intento de restauración voluntaria –y sin permiso alguno– destrozó la pintura centenaria llamada “Ecce Homo”, del artista Elías García Martínez, tiene su sucesora. Se trata de otra dulce ancianita que se encuentra en el radar policial por arruinar una obra de arte moderna, pero esta vez sólo por seguir las instrucciones del artista.
La alemana, de 91 años, recorriendo con un grupo de ancianos el Neues Museum de la ciudad de Nuremberg, se topó con la obra del artista moderno Arthur Köpcke, que se caracteriza por utilizar una técnica de pintado al óleo sobre lienzo, con el agregado de recortes de periódicos y revistas, en muchos casos rompecabezas, palabras cruzadas y tests psicológicos.
Al pararse frente al cuadro inspirado en un crucigrama vacío “Reading-work-piece”, de 1965, la anciana se encontró con la leyenda “Insertar palabras”, lo que la llevó a intervenirla de forma literal; tomó un bolígrafo y comenzó a rellenar los cuadros vacíos.
Eva Martin, vocera del museo, confirmó a la prensa local los rumores de que la mujer había completado algunos de los espacios con una lapicera negra. “Todo visitante debería darse cuenta de que no es posible escribir en una obra de arte”, añadió Martin, un tanto desconcertada.
La obra de Köpcke, representante del movimiento artístico Fluxus, de los años sesenta y setenta, tiene un valor de 89 mil dólares. Las autoridades del museo creen que la pieza podrá restaurarse, aunque debieron presentar una queja judicial como requisito de las aseguradoras y aunque claramente no hubo intención criminal.
Más allá de cierto nerviosismo por parte de los encargados del museo, la anécdota no tuvo mayores consecuencias. El coleccionista privado que presentó la obra a la institución tomó el incidente con bastante humor y dijo a la prensa alemana que se espera que la restauración valga unos pocos cientos de euros, de los que el museo deberá hacerse cargo.
En cuanto al futuro de la ancianita, la policía informó que se encuentra bajo investigación por daño a la propiedad. En su defensa, declaró que solamente siguió la consigna: “Si el museo no quería que la gente siguiera las instrucciones del artista, deberían poner un cartel para que quede claro”. Representantes del museo dijeron que en el futuro colocarán una etiqueta con una advertencia que permita discernir claramente con cuáles obras se puede interactuar y con cuáles no.