La época de vacaciones y la celebración de los Juegos Olímpicos que se inauguran hoy viernes no ayudaron a que los brasileños volvieran a salir en masa para manifestarse a favor o en contra del impeachment. El cansancio de llevar más de un año de protestas, unido a la sensación de que las cartas ya están dadas y que Rousseff tendrá pocas oportunidades de recuperar el cargo aparecen como las causas más probables para entender que tanto la izquierda como la derecha se hayan desmovilizado.
En Copacabana la centena de personas ataviadas con sus banderas verde amarelas y que exigían la destitución definitiva de la presidenta se mezclaban con la multitud de turistas, deportistas de delegaciones extranjeras, y con los propios cariocas que salen el domingo a correr por la rambla o andar en bicicleta. Uno de los pocos que consiguió llamar la atención del público fue el diputado Jair Bolsonaro (quien le dedicó su voto a favor del impeachment al torturador de Rousseff cuando ésta era guerrillera), que se paseó por la Avenida Atlántica con una antorcha olímpica de juguete en la mano y junto a un personaje habitual de las protestas contra Dilma, que se viste de Batman y se define a sí mismo como un “cazador de corruptos”.
En la Iglesia de la Candelaria, en el centro de la ciudad, alrededor de cincuenta personas con banderas del PT se manifestaban en apoyo a la presidenta. Pero el grito “Fuera Temer” se oía también en las calles de forma improvisada. A las cinco de la tarde en la plaza de San Salvador, junto al espectáculo de chorinho de todos los domingos, un público variado de jóvenes y más maduros empezaron a cantar “Fora Temer”. No en vano hace más de dos meses que en esta plaza se reúnen diversos grupos de izquierda para debatir posibles salidas “contra el golpe”. Al final de la noche, en Santa Teresa, clientes de un bar recuperaban el grito de guerra contra el presidente interino, y todo aquel que pasaba por la calle se unía a cantar contra Temer.
Las manifestaciones que se produjeron en 20 estados del país no atrajeron a más de 5 mil personas. La única ciudad que superó este número fue San Pablo, donde la manifestación a favor de la presidenta, o mejor dicho, contra su sustituto, llevó a la plaza de Largo da Batata a alrededor de 40 mil personas dirigidas por Guilherme Boulos, el presidente del Movimiento de los Trabajadores sin Techo (Mtst), uno de los nuevos grandes líderes de la izquierda brasileña.
En la Avenida Paulista el número de manifestantes contra Dilma fue considerablemente menor (la policía no ofreció cifras), y los que llamaron la atención fueron los más radicales. Un discurso de la ex estrella porno Alexandre Frota, últimamente interesado en política y cercano al grupo que pide la vuelta del régimen militar, dio que hablar a lo largo de la semana. Frota llamó “maricón” al diputado de izquierda Jean Willys (Psol), dijo que escupiría sobre la ex ministra de Derechos Humanos Maria do Rosario (PT), y por último definió como “muertos de hambre” al cantante Chico Buarque, al presentador de televisión Jô Soares, y al actor Wagner Moura, todos personajes que se han manifestado contra el impeachment. La actriz Leticia Sabatella también recibió insultos en Curitiba: cuando un manifestante a favor del impeachment la vio pasar por la calle empezó a gritarle “puta”, “llora petista”, “vagabunda”. Sabatella es conocida por defender diversas causas relacionadas con los derechos humanos y el ambiente: “Estamos viviendo un ejercicio de intolerancia y autoritarismo muy grande. Los discursos de odio que se escuchan en el país están incitando a las personas a todo esto. Se creen que por hablar así son más ciudadanos, que están más politizados. Piensan que para vivir bien, el otro, el diferente, no debe vivir. Eso es lo más doloroso de ver”, dijo a El País de Brasil.
Esta semana el presidente de la Comisión del Impeachment en el Senado, Antonio Anastasia (Psdb), dio su visto bueno para continuar con el juicio político contra Rousseff. Dilma necesitaría el voto de 28 senadores para librarse del proceso; si no los consiguiera, la decisión final la tomará Lewandowski, jefe del Supremo Tribunal Federal, a partir del 29 de agosto. Sin embargo este miércoles el presidente en funciones, Michel Temer, presionó al Supremo para que la votación se adelantara al 26 de agosto. Las fechas no están confirmadas.
Dilma Rousseff también usó sus armas y dijo en entrevista con la Bbc Brasil que si superara el impeachment estaría dispuesta a convocar nuevas elecciones. Este también sería el deseo del 62 por ciento de los brasileños, según una última encuesta publicada a finales de julio por Data Folha. El PT hace meses que baraja la opción de que Dilma convoque un plebiscito para preguntar si la población quiere nuevas elecciones. Pero para que ese plebiscito (considerado “inconstitucional” por varios juristas) se pueda llevar a cabo es necesario el aval del Congreso. Aunque Temer es rechazado por el 82 por ciento de la población, el apoyo del Legislativo siempre ha sido su mejor carta, y sus reuniones de los últimos días con diversos senadores dan a entender que lo tiene bastante controlado.
Por su parte, movimientos sociales como el Mtst y el grupo Pueblo Sin Miedo han confirmado que a lo largo de las próximas tres semanas, mientras duren los Juegos Olímpicos, harán diversos actos concentrados en Rio de Janeiro para llamar la atención de la prensa internacional “contra el golpe de Michel Temer”. Estos Juegos que se estrenan hoy, con una bajísima presencia de jefes de Estado, que prefirieron no acudir para evitar problemas diplomáticos por la crisis política del país, parece que también serán unos de los últimos escenarios donde se juegue la batalla social contra el impeachment. La legal seguirá en manos del Supremo Tribunal Federal.