Véase si no la convocatoria, con sus “x” a granel, destinadas a expulsar con exacerbamiento a las execrables “o”: “lxs miembrxs del jurado”. (Aunque vaya a saberse gracias a qué inexcusable nexo el jurado evitό la crucifixiόn, inexonerable para los miembros… Por otra parte, será que la exactitud es tόxica para el humor, pero a veces son “lxs miembrxs” y a veces son “los directo-rxs” y a veces son, clímax del machazx ex abruptx, ¡“los organizadores”!)
Afortunadamente, para variar la no discriminaciόn, los redactores recurren a otros medios de innegable encanto sintáctico. Véase si no: “El incumplimiento de todo lo aquí previsto resultará en la descalificación del ganador/a o ganadores/as, y un/a ganador/a sustitutx será elegido”. (Y dejemos sentada protesta por el “elegido” que escapό ileso.)
De acuerdo, vayamos a lo sustancial. Como informa la convocatoria, en este concurso se premiarán “aquellas propuestas escénicas que a través del humor, de (sic) señales claras que podemos reírnos sin discriminar por cuestiones de etnias, de género, de orientación sexual, o de discapacidades, entre otras, criterio que deberá ser respetado en todas las fases del concurso y que es de carácter eliminatorio”. Habrá que entender, suponemos, que la eventual eliminación será consecuencia del no respeto del criterio y no de “discapacidades”; ya más difícil es entender el singular de “género” y el plural de “etnias”. ¿Será que la interdicción de chistes sobre charrúas y guenoas nos llega demasiado precozmente? ¿Será que los negros son una etnia? ¿Serán los gallegos una etnia? ¿Será que se está promoviendo la veda de chistes de judíos (admirable pilar de la autoirrisión)? ¿Será que ya no podremos hacer esos desopilantes chistes sobre la etnia árabe, o la musulmana, o la yihadista (que algo de todo eso ha de ser una etnia)? ¿Será que, visto el serio respeto a los derechos humanos, sólo nos quedará reírnos de los explotados, de los que revuelven contenedores de basura, de los que ganan 15 mil pesos por mes, de los que son verdugueados en el Comcar, de los que son maltratados en sus barrios por la Policía, de los que viven en ranchos? ¿Será que género hay sólo uno, el humano (como decía aquella canciόn), y en lo sucesivo sólo podremos reírnos de animales no humanos, de árboles o matorrales, de volcanes o planicies (que rima con calvicies, aunque brame la famosa etnia de los calvos)?
Como los enigmas son muchos, una miembra jurada explica que “el humor está muy asociado a consolidar estereotipos” discriminadores. “Busquemos otras premisas que tengan que ver con unir más que con seguir fomentando ese tipo de propuestas.” Ahora sí todo se aclara, y finalmente calibramos el papel que cumplieron tipos como Cervantes, Molière, Chaplin, Niní Marshall, Mario Moreno, divisores de pueblos (perdón, sociedad civil) y consolidadores de estereotipos. Porque ¿quién si no Cervantes consolidó el estereotipo del obeso ventripotente y dado al refranero, portador del irrespetuoso nombre de Sancho Panza? ¿Quién si no Molière consolidó el estereotipo del falso devoto, embaucador y abusador? ¿Y el estereotipo del médico negociante que habla en jeringonza para mejor medrar? ¿Y el estereotipo del vagabundo enamoradizo en perpetua contienda con la ley encarnada en un policía gordo y torpe? ¿Y el estereotipo de la tana inmigrante, Catita Pizzafrola, que poco sabe de callarse la boca? ¿Y el de Cantinflas, practicante de un gozoso caos sintáctico? Sin duda estos inventores (más que consolidadores) de estereotipos tuvieron a bien dividir, cortando con las tijeras del humor la estupidez de muchos poderes. Por algo jesuitas y jansenistas con placer hubieran visto sobre la pira a Molière, por algo las acusaciones de “comunismo” proferidas por el Fbi contra Chaplin, por algo los exilios de Niní Marshall. Ninguno de estos peligros se cierne, tranquilicémonos, sobre jurados y ganadores de este sano concurso.
En 1967, en vísperas de la “primavera de Praga”, Milan Kundera publicό La broma. Esta novela cuenta la historia de un muchacho, estudiante y miembro del Partido Comunista checo, que es expulsado de la universidad, excluido de su partido y enrolado a la fuerza en un regimiento de “desviados ideolόgicos”, luego de que se conoce la inscripciόn que había estampado en una tarjeta postal que había enviado a su novia: “¡El optimismo es el opio del género humano! ¡El espíritu sano hiede a estupidez! ¡Viva Trotski!”. Kundera se exiliό en Francia en 1975, la novela tuvo muchísimos lectores. Nada de esto acaecerá, sospechemos, en este hilarante concurso.