Un grupo de biólogos del Instituto de Células Madre y Medicina Regenerativa, de India, se ha abocado a un estudio en principio bastante corriente, pero que ha dado resultados totalmente sorprendentes. La investigación se orientó a examinar los cristales de proteína contenidos en la leche humana y de vaca, y a compararlos con los de otras especies. Y la revelación surgió al analizar los cristales proteicos contenidos en las secreciones de una clase específica de cucaracha (Diploptera punctata), que según indicaron los estudios, triplica la energía calórica de la leche de búfala. Además de poseer un elevado valor proteico, el líquido demostró ser sumamente estable y poseer un mecanismo para la liberación controlada de nutrientes.
En declaraciones al Times of India, Sanchari Banerjee, coautor del estudio, señaló: “Los cristales son como una comida en sí mismos; tienen proteínas, grasas y azúcares. Si te fijas en las secuencias de proteínas, también disponen de todos los aminoácidos esenciales”. Y agregó: “Estos componentes forman una ‘leche’ que es cuatro veces más nutritiva que la de las vacas”. Los investigadores aseguran que los cristales también podrían contribuir a la medicina, en el diseño de nanopartículas para la administración de fármacos.
La Diploptera punctata, también llamada “escarabajo del Pacífico”, es una especie de cucaracha cuyos ejemplares miden apenas un centímetro y que, a diferencia de las que pueblan nuestro país, es vivípara, lo que significa que en vez de poner huevos da a luz un sinfín de especímenes diminutos ya formados. Si bien la cosecha del producto en grandes cantidades no parece algo fácilmente alcanzable, los investigadores están viendo la forma de descifrar la secuencia genética de la proteína para que se puedan sintetizar mayores cantidades de “leche” de cucaracha.
Se dice que este líquido podría ser una notable alternativa a los productos lácteos habituales, y se señala también que por su alto contenido de grasas y calorías sería una posible fuente alimenticia para tratar la desnutrición. Lo que está aún por verse es si la gente estaría dispuesta a aceptar de buena gana este “alimento del futuro”. Aunque cierto es que rara vez tenemos pleno conocimiento del origen de los productos que ingerimos.