Un fenómeno global sin precedentes, del porte de Pokémon Go, se ha prestado para variados análisis y generado las noticias más inesperadas (véanse los cuatro últimos números de Brecha, en esta misma sección). Pero las novedades se siguen acumulando, con sustanciosos materiales. Tampoco han faltado opiniones, que se expanden de un lado a otro del espectro: desde los apocalípticos que parecen verlo como una forma de imbecilidad masiva y prácticamente como una amenaza, hasta los integrados que señalan nuevas formas de desalienación e integración social. Como si se tratase de una nueva droga, hasta el Ministerio del Interior uruguayo se expidió publicando una serie de recomendaciones para los potenciales usuarios, bajo el título “Ningún juego vale más que tu seguridad”.
Pero sin duda una de las voces más reaccionarias –no sólo con respecto a este tema, sino a casi todos– ha surgido desde la República Islámica de Irán. Dicho país fue el único en el mundo en bloquear oficialmente la aplicación Pokémon Go; según señalan sus voceros, por un tema de “seguridad nacional”. “Este tipo de juego puede convertirse en un medio para dirigir misiles guiados e incluso para causar perturbaciones a las ambulancias y a los camiones de bomberos”, indicó a la agencia Tasnim el analista político ultraconservador Alireza al Davoud, quien manifestó su temor de que desarrolladores de Estados Unidos utilicen la información recogida por los jugadores para espiar a Irán. Si bien el Consejo Superior del Ciberespacio y las autoridades iraníes no se han manifestado respecto de si emprenderán acciones punitivas contra los usuarios, los gamers iraníes de todas formas ya se las han ingeniado para saltarse la censura con sistemas proxy, conectándose desde una IP extranjera y descargando así la aplicación. Esto lleva a que grupos de decenas de jugadores se reúnan diariamente en el parque Mellat, de Teherán, uno de los tantos “gimnasios Pokémon” del país.
Otra reacción sumamente llamativa es el emprendimiento de la plataforma española Pokémons Free Zone (sic). Mediante una misiva sus impulsores ya han obtenido unas 45 mil firmas que respaldan el pedido al presidente de Nintendo para que “regule el uso del videojuego en aquellos espacios públicos que, por su sensibilidad humanitaria, social, sanitaria, religiosa, de seguridad, estratégica o artística, son especiales (…). Queremos proteger aquellos espacios que consideramos ‘sagrados’”, y ponen como ejemplos el Taj Mahal, las cataratas del Iguazú y el Petra. Lo que no está del todo claro es qué daño puede hacerle a dichos espacios públicos lo que hagan o no sus visitantes con sus celulares…
Si bien la aplicación se ha prohibido en una infinidad de lugares específicos, el último y más llamativo de todos ha sido la fábrica Volkswagen, que prohibió expresamente a sus empleados el uso de Pokémon Go en todo el recinto de su sede central en Wolfsburgo, Alemania. Según un comunicado interno de la empresa, publicado en el diario Bild, las distracciones generadas por el juego aumentan las posibilidades de sufrir accidentes de trabajo. También señala que al utilizar la aplicación se permite a terceros obtener datos de geolocalización e imágenes de sus instalaciones, lo que para la empresa constituye un peligro en términos de confidencialidad.
Mucho se viene especulando (erróneamente) sobre quién o quiénes fijan y eligen tal o cual locación como “pokeparadas” o “pokegimnasios”, y lo cierto es que no existe un usuario o un representante de Nintendo o Niantic en cada ubicación del planeta definiendo los lugares específicos, sino que son los mismos jugadores quienes en su deambular diario van construyendo un mapa de puntos visitados y de referencia. De hecho, a muchos les sorprendió que, ni bien Pokémon Go fue lanzado en Uruguay, ya existiese una muy bien nutrida red de puntos concurridos de la ciudad. La explicación a esto es que Pokémon Go se valió de una base de datos ya generada por otro juego previo que también usaba la “realidad aumentada”. Ingress también fue desarrollado por Niantic, y fue una aplicación menos popular pero que ya tiene varios años en el mercado, y que permitía capturar zonas de control a lo largo de la ciudad. La empresa ya contaba con sitios previamente generados. Una opción para pedir “pokeparadas” o “pokegimnasios” en zonas específicas (frecuentemente en zonas rurales o lugares en los que los puntos ya existentes se encuentran muy lejos) es hacer una petición directamente a Niantic, mediante el envío de un formulario.
Rápida y diligente, la que se ha querido beneficiar con las posibilidades de Pokémon Go es la policía de Rotterdam, Holanda: consideró utilizar la aplicación para la prevención del delito, colocando “pokeparadas” en las zonas donde suelen cometerse más robos, de modo de orientar miradas adicionales sobre dichos lugares. “Por ejemplo, podríamos utilizar cebos cerca de tiendas cuando están a punto de cerrar. Entonces los jugadores de Pokémon Go ahuyentarían a los delincuentes”, dijo el agente de seguridad Kor de Jong al portal de noticias DutchNews. El departamento de policía se dirigió a los desarrolladores para contemplar la posibilidad, pero la respuesta de la compañía fue que por el momento no han considerado hacer cosas de este tipo.