“El golpe fue posible también debido a nuestros errores. En 13 años no promovimos la alfabetización política de la población. No tratamos de organizar las bases populares. No valoramos los medios de comunicación que apoyaban al gobierno ni tuvimos iniciativas eficaces para democratizar los medios. No adoptamos una política económica orientada hacia el mercado interno.” Esas cuatro frases las escribió Frei Betto, quien fuera miembro del gobierno de Lula en sus primeros años.
El autor afirma estar en contra del gobierno de Temer, que habría dado un “golpe parlamentario”. Betto destaca la ilegitimidad del gobierno actual y asegura que “los 13 años de gobierno del PT fueron los mejores de nuestra historia republicana”.
Pero Betto dio un paso más, uno que prácticamente no se ha visto en Brasil (y en casi ninguna parte del mundo): menciona la palabra “autocrítica”. Un vocablo enterrado, en las izquierdas, por el estalinismo, que lo suplantó con duras penas en Siberia o con el paredón, ya que se consideraba traición la menor modulación crítica. El daño provocado por aquellos aciagos años pareciera estar lejos de haber sido superado. La izquierda actual retrocedió espantada ante el reclamo de hacer algún balance sobre aquella realidad y hoy tiende a reproducir, aun sin paredón, aquella máxima de que la (auto) crítica favorece al enemigo.
La actual posición de Frei Betto nada a contracorriente, ya que la inmensa mayoría de la izquierda brasileña se empeña en culpar de todos los males a los medios y a los gobernantes que “traicionaron” a Dilma, a Lula y al PT. No reconocen que fueron ellos los que colocaron al actual presidente en el puesto de vice, ni que tejieron alianzas con partidos tremendos, como el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (Pmdb). Peor aun: el PT concurre a los comicios con los partidos “golpistas” (Pmdb, Psdb y Dem) en nada menos que 1.683 municipios.
“Fuimos contaminados por la derecha. Aceptamos la adulación de sus empresarios; usufructuamos sus regalías; hicimos del poder un trampolín para el ascenso social (…). Cambiamos un proyecto de Brasil por un proyecto de poder. Ganar elecciones se volvió más importante que promover cambios a través de la movilización de los movimientos sociales. Engañados, acatamos una concepción burguesa del Estado, como si éste no pudiera ser una herramienta en manos de las fuerzas populares y tuviera que estar siempre amparado por la elite.” Con ser valiente y firme, la posición de Betto, que menta “errores” del PT, se queda muy corta. Se dice hasta el cansancio que “Stalin cometió errores”, cuando fueron crímenes tremendos. Claro que no se trata de comparar. Pero, en rigor, lo que hizo el PT en 13 años de gobierno fue una opción sistemática, día a día, durante ese largo tiempo: se desentendió de la organización de los sectores populares, de cuya movilización nació como partido, y se recostó en los grandes empresarios brasileños, con quienes tuvo relaciones carnales durante nada menos que 13 años. Es algo más que un “error”.