Desde hace décadas se vienen registrado en varios lugares de Estados Unidos e Inglaterra avistamientos de payasos diabólicos merodeando por los barrios, a menudo de noche, en la carretera, o cerca de parques o plazas. Escribíamos en esta sección hace dos años sobre un payaso británico que, inspirado en la novela IT, de Stephen King, se aparecía con un montón de globos, saludaba a los habitantes de Northampton con la mano o quedaba estático, diciendo únicamente “Bip, bip”. En ocasiones tocaba los timbres de las casas y ofrecía sus servicios para pintarles las fachadas, aun cuando no tenía ningún material para hacerlo. Claro que no se trataba de un payaso corriente, sino de uno especialmente maquillado y acicalado para asustar a la gente. Luego de arrestado, surgió un efecto “copycat” por el cual la acción fue reproducida por un sinnúmero de bromistas.
Ya en su momento se advertía lo peligroso de esta extraña práctica. Consultado al respecto, Tony Eldrige, secretario inglés de la asociación Payasos Internacionales, había señalado la particular irresponsabilidad de los sujetos. “Los que hacen esto pueden verlo como algo divertido, pero para las víctimas puede ser una experiencia horrible. El miedo a los payasos –coulrofobia– es una cosa real y algunos van a reaccionar muy mal; ni qué hablar de las personas vulnerables o de edad avanzada.”
Pero ahora la “broma” de los payasos diabólicos está recrudeciendo, y estos individuos a veces promueven un miedo muy real, que puede sacar lo peor de las personas: en la localidad de Orem, en el estado de Utah, la policía publicó un comunicado recalcando lo que debería ser una obviedad: es ilegal disparar contra los payasos. “Estas son seis palabras que nunca pensamos que pronunciaríamos: ‘Tengamos una conversación seria sobre los payasos’”, señalan en su página de Facebook. La policía de Paw Paw, en West Virginia, decidió en cambio dirigirse directamente a los responsables: pegó carteles por la ciudad con imágenes de payasos. Uno reza: “Si alguien te ve vestido así, tiene derecho a defenderse”, y en otro: “No es normal que haya payasos corriendo como idiotas todo el año (…) si estás corriendo con un disfraz de payaso, puedes esperar que los ciudadanos te golpeen (por su propia protección) y luego te arreste la policía”.
Las primeras noticias de este año hablaban de reiteradas apariciones en Gran Bretaña y luego en Australia, pero hoy en día ya no parece haber país en el que no se hayan visto recientemente. El fenómeno además es alimentado, como pocos, desde las redes sociales. Puede verse un sinfín de videos escalofriantes bajo el título “Clown sightings”, en los cuales las personas registran a payasos diabólicos que encuentran por la calle. Claro está que muchos de esos videos son claramente una puesta en escena, pero también es probable que varios de ellos sean reales.
En muchos de los casos denunciados los payasos van armados, e incluso Uruguay ya tiene su experiencia respecto de esta “moda”. En Durazno apareció uno que luego de armar “un revuelo incontrolable”, se arrepintió públicamente de su broma, y en Piriápolis fue arrestado un adolescente de 15 años que aterrorizaba a la gente, armado con un machete. Aunque es probable que no esté dentro de los planes de los “bromistas” utilizar esas armas sino simplemente asustar, el efecto que generan es sumamente inquietante. Así es que el fenómeno ha traído una consecuencia impensable: en las redes sociales ahora existen los grupos públicos y privados de “cacería de payasos”.
Quizá el primer puntapié en este sentido fue dado por los estudiantes de la Universidad Saint Bonaventure, quienes se agruparon en una “armada anti-payasos” y salieron con bates de béisbol por los alrededores del campus a cazarlos. Pero lo cierto es que en la web pululan estos grupos, y si bien es verdad que en algunos de ellos la idea es convocar a eventos en principio inocuos, también los hay más serios, en los que los integrantes manifiestan sus deseos de asesinar a los payasos, y de modos sumamente gráficos. Cierto es que parece haber un gran grupo de personas bienintencionadas y entusiasmadas con la moda, que pretenden convertir las “cacerías de payasos” en eventos en lugares públicos, similares a las “marchas zombis”; pero a ambos lados de la broma las cosas parecen ponerse igual de graves. Por un lado hay un grupo de irresponsables sembrando el pánico y generando histerias colectivas varias, y por el otro, un grupo de reaccionarios pensando (muy en serio) en la forma de agruparse para salir a vapulear a esos payasos, sin tener en cuenta que quizá sean sus vecinos, parientes, o quizá sus propios hijos.
Aunque quizá los más afectados por este fenómeno sean los payasos reales. Ha trascendido que, ante la “oleada” de payasos macabros, la cadena Mc Donald’s suspendió la participación en sus eventos de quien quizá haya sido el más célebre y siniestro de todos: el mismísimo Ronald McDonald. En Chiapas, México, decenas de payasos (reales) salieron a las calles para manifestarse en contra de la violencia de los payasos diabólicos, quienes desprestigian al gremio y desvalorizan la imagen de su trabajo.
Otro de los coletazos del fenómeno es también llamativo: Pornhub, la principal web de porno gratis, señaló que la búsqueda de videos porno de payasos ha aumentado un 213 por ciento, convirtiéndose en la quinta categoría más buscada del sitio… A veces, la mente humana es especialmente insondable.