¿Qué sucede si se monta, en un palacio de la más rancia aristocracia veneciana, una instalación de arte contemporáneo basada en la imposibilidad de la pureza de las razas de pollos? Si se lo hace con talento, no sólo se alcanza uno de los puntos más altos de la Bienal de Venecia –ocurrió en la edición 2011–, sino que se logra interpelar a los visitantes sobre ideas y prejuicios (ya no en relación con alas y crestas sino con el bicho humano y la sociedad que ha construido). Aquella “técnica” de “Nacido en Venecia”, del belga Koen Vanmechelen, se emparenta con lo que hizo, en el campo de la ensayística, Jared Diamond.
Diamond, que en 1997 ganó el Pulitzer con Armas, gérmenes y acero, llega a los estantes de las librerías uruguayas con lo que se promociona como “un pequeño libro sobre grandes temas”. En la portada de Sociedades comparadas se puede ver un mosaico de 12 “retratos” de gallos. Los apóstoles de Diamond no están mezclados con próceres de la historia, como lo estaban los gallos de Vanmechelen en aquella exhibición del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti, pero el abordaje del ensayista estudia las sociedades humanas partiendo de instrumentos académicos del estudio de las aves. Mientras Vanmechelen desmontaba la mitomanía racista apelando a la genética aviar, Diamond se ampara en la originalidad de su punto de vista para crear su laboratorio. Si es imposible mirar la sociedad humana desde una “exterioridad” objetiva, la ficción de escrutarla como si se tratara de una etología ornitológica permite, al menos, acercarse.
El riesgo, claro está, es caer en el lugar común, en el “chocolate por la noticia”. Y algo de eso ocurre en los capítulos en los que alejar el zoom es más difícil, como el de “Dieta, estilo de vida y salud”. Pero aun en esos segmentos del libro la presentación tiene esa combinación tan estadounidense de claridad y amenidad. Mezcla que, cuando se hace mal, resbala sin el decoro de la opacidad, pero cuando está bien lograda parece deslizarse con suavidad en una pista de hielo. Y a un mal patinador no le suelen dar el Pulitzer. Así que incluso esas zonas de turbulencia se pueden superar sin mayores machucones y hasta sonreír a solas con algunos de los ejemplos de los desequilibrios del consumo de sal en las diferentes sociedades contemporáneas.
Pero antes que eso, en el capítulo “Por qué unos países son ricos y otros son pobres”, este bostoniano que el mes pasado cumplió los 79 años disecciona con precisión de sushiman los “males de la geografía”. Su formación como geógrafo, antes que como biólogo, le permite apartar las partes letales del pez fugu y lograr que el veneno del “análisis no marxista” haga un placentero cosquilleo en el paladar del lector de izquierda. Es verdad que, a fin de cuentas, clima y fertilidad de la tierra no dejan de ser condiciones materiales, pero lo que ayuda al disfrute de la mirada de Diamond es esa levedad algo burbujeante que nace de la ficción de pensarnos con la “ingenuidad” sociológica de un biólogo.
Aunque breve, el libro no se cierra en un punto final. Tendrá que terminarlo el lector, si quiere. Diamond arriesga, en el último tramo, un listado caprichoso e incompleto de “grandes problemas de la humanidad” y deja una serie de consejos de lecturas complementarias para que el interesado profundice.
Un obra en progreso. Como la de Vanmechelen, que en su proyecto del gallo ex veneciano sigue, cinco años más tarde, cruzando la pureza con la impureza, para demostrar que ambos conceptos son una ficción. La técnica es sencilla. Empezó con dos ejemplares genéticamente puros de dos razas europeas, y el pollo resultante, una vez en edad de merecer, iba siendo cruzado con la raza más pura del país donde llevaba su instalación (que como se vio en Venecia incluye mucho más que el ave, pero de la cual el ave es el eje conceptual). En estos momentos el descendiente lejano de aquel animalito original está en Zimbabue. Es la generación número 16 del “Cosmopolitan Chicken Project”. A Diamond le hubiera gustado escribir sobre el tema.