El escándalo Odebrecht, la empresa de construcción brasileña –investigada en la operación Lava Jato– que armó un esquema de corrupción por el cual políticos de diverso cuño recibían sobornos a cambio de concesiones de contratos de obras públicas, está salpicando a gobernantes de casi toda América Latina, no sólo de Brasil. En Perú, tres gestiones de gobierno se ven comprometidas: las de Alan García, Alejandro Toledo y Ollanta Humala. Odebrecht admitió haber pagado en ese país unos 29 millones de dólares en coimas entre 2005 y 2014, para obtener la construcción de rutas y otras obras de infraestructura. El más afectado es Toledo. El lunes pasado la Fiscalía peruana decidió investigarlo luego de que el ex gerente de Odebrecht en Perú Jorge Barata declarara, tras acogerse al mecanismo de “delación premiada”, que él mismo pagó 20 millones de dólares al gobierno de Toledo por el contrato para construir la carretera interoceánica entre Perú y Brasil. Toledo accedió a la presidencia peruana en 2001 haciendo campaña contra la “corrupción generalizada” que había caracterizado la gestión de su predecesor, Alberto Fujimori. Según Barata, un israelí que oficiaba como jefe de seguridad de Toledo, Abraham Dan On, fue quien hizo de intermediario entre la empresa y el gobierno peruano, y el dinero se depositó en una cuenta a nombre del riquísimo empresario peruano-israelí Josef Maiman, amigo personal del ese entonces presidente. Los 20 millones fueron abonados entre 2005 y 2008, incluso después de que Toledo abandonara la presidencia, en julio de 2006. La Fiscalía pudo seguir hasta ahora el rastro de 11 millones de dólares que fueron a parar a la cuenta de Maiman. Toledo habría destinado la plata recibida a comprar casas y pagar hipotecas a través de una empresa off shore formada por su suegra, Eva Fernenburg, hoy de 86 años, y el propio Maiman. Toledo no ha sabido explicar el origen del dinero: dijo primero que provenía de una indemnización cobrada por Fernenburg como sobreviviente del Holocausto judío, y luego que se lo había prestado Maiman. Su línea de defensa es que todo se trata de una venganza política liderada por fujimoristas que no le perdonan “haber liderado la lucha por la recuperación de la democracia” en el año 2000.
Lustrabotas y canillita en su infancia peruana, Toledo cumplió el “sueño americano” en su juventud, cuando se instaló en Estados Unidos gracias a una beca que le permitió, a la postre, graduarse en Stanford como economista. Trabajó en el Bid y en el Banco Mundial y su gestión se caracterizó por la apertura de la economía a la inversión extranjera y la firma de varios tratados de libre comercio.