En tiempos de Facebook, redes sociales y clubes de fans de prácticamente casi todo lo que existe, pareciera que ya no se valoran como antes las afinidades, ni sorprenden tanto. Si hace veinte años encontrarse con un lector de Tolkien, un cultor de The Kinks o el cine de Francis Ford Coppola, o un jugador de la saga Monkey Island era prácticamente un milagro que obligaba a charlas extensas con esa persona, hoy en día esa clase de gustos en común pululan a través de las redes sociales. Este fenómeno ayudó a que muchas personas dejaran de sentirse solas o aisladas en su sentir, y son notables los vínculos que en este sentido la tecnología promueve. Pero también en eso hay una contrapartida: se han perdido la originalidad y la unicidad que traían aparejados esos gustos. Descubrimos que, al igual que a nosotros, a una infinidad de personas le gustan Game of Thrones, la obra de Felisberto Hernández, los gatos o los caramelos Sugus. Ya no somos tan singulares, y para dar con alguien a quien le gusten esas mismas cosas sólo tenemos que dar un par de clics.
Será por esta razón que surge en el mercado la última novedad en aplicaciones para conseguir pareja: Hater es una nueva versión de lo que sería un Tinder, Happn, Bumble, Hinge o Meetic, pero con una gran diferencia. Si bien todas esas aplicaciones para citas informan a los usuarios sobre los “gustos en común” que se tienen con la otra persona, aquí las afinidades van por un lado completamente diferente; Hater busca la compatibilidad de dos personas en función de las cosas que ambas odian.
La versión definitiva de la aplicación salió este miércoles 8, pero hasta entonces circuló una versión beta, sólo en inglés. El procedimiento para abrir una cuenta es el siguiente: luego de descargar la aplicación al celular, el usuario vincula su cuenta de Facebook, para que queden asociadas sus fotos para la presentación de su perfil. Luego, la aplicación va presentando un test, con una serie de tarjetas con diferentes temas, para que vaya dejando su opinión. Por ejemplo: se presentan tópicos como “Camping”, “Tay-
lor Swift”, “Pasar tiempo con tu familia”, “El vino”, “El patriarcado” y así; para cada uno de estos temas el programa da cuatro opciones, con sus respectivos emoticones: “Me encanta”, “Me gusta”, “No me gusta” y “Lo odio”; el usuario elegirá entonces con cuál se identifica o, en caso de que no tenga una opinión al respecto, puede descartar el tema. La aplicación tiene un listado de dos mil tópicos (con un perfil marcadamente estadounidense, al menos en esta primera versión) de los más variados. Desde “Donald Trump” hasta “Pagar extra por el guacamole”, pasando por “Volar en avión”, “Dejar propina”, “Wall Street” y hasta “La lluvia”.
Una vez respondido el test –al que siempre se puede volver para seguir engrosando el perfil de gustos y antipatías personales–, la aplicación pasará entonces a presentarnos posibles personas que tienen un gusto similar al nuestro, especialmente en lo que refiere a lo que odiamos. Es decir, si nos encontramos entre quienes detestan a Justin Bieber, la aplicación tenderá a asociarnos con esas “medias manzanas” que comparten esa específica aversión. Cuantos más odios en común, mejor.
A partir de eso puede pasar lo mismo que con cualquiera de los otros programas: de acuerdo a la foto que se ve de cada uno, el usuario acepta o rechaza a las personas de la galería. Si los dos se aceptan mutuamente, surge un match, y podrán iniciar una conversación vía chat, con la ventaja de que tendrán además un tema en común contra el que despotricar…
“Lo que odiamos es una parte importante de lo que somos, pero a menudo es barrido bajo la alfombra en nuestra persona pública”, ha dicho Brendan Alper, desarrollador de Hater, al periódico británico The Observer. “Queremos que la gente se exprese con más honestidad. Además, es fácil iniciar una conversación con alguien si se sabe que los dos odian los pepinillos.”
Ahora bien: en sus términos de servicio la aplicación se ataja de los posibles y evidentes rechazos: “Hater no respalda discursos de odio o fanatismos, y en particular la animosidad hacia las razas, religiones o tipos corporales”, por eso “Nuestro equipo modera cuidadosamente los temas, y tenemos una estricta política para cualquiera que abuse de nuestras directrices”.
Es curiosa esta extensión de la idea de que “los enemigos de tus enemigos son tus amigos” (y algo más que amigos). La “incitación al odio” es un concepto extendido en el derecho penal, que condena la instigación a actos de violencia o desprecio por motivos de raza, color de piel, religión, origen nacional o étnico, orientación sexual, etcétera. Es lógico que los desarrolladores eludan claramente esas formas de discriminación, pero lo que se hace difícil de tragar es el fomento de afinidades a través de “odios” y, lo que es peor, el planteo de un abanico de tópicos a “odiar”, lo que no puede verse de otra forma que como una auténtica “incitación” a hacerlo.