A la teoría comunicacional que sostiene que los medios inyectan directamente sus mensajes (ideas, conceptos, prejuicios) en la mente de los receptores se le llama “aguja hipodérmica”. Es de las más arcaicas, de las primeras desarrolladas, pero a veces puede ser útil. Démosle la razón durante esta columna, porque al parecer en México le encontraron un antídoto.
El domingo 12 de febrero sectores conservadores y grupos económicos de presión convocaron a la gente a movilizarse en las principales capitales del país en rechazo a Donald Trump. A esta iniciativa la llamaron Vibra México; sus patrocinadores se presentaron como “organizaciones sociales e instituciones académicas” que llamaban a “una marcha ciudadana por el respeto a México”, con carácter “apartidista, pacífica y respetuosa para defender los derechos de todos y todas, exigir un buen gobierno, fortalecer nuestras instituciones y celebrar el orgullo de ser mexicano”. Es una respuesta, explicaron, a la embestida “contra un mundo plural, diverso, incluyente y cooperativo” que significa el blondo ocupando la presidencia del imperio.
Carteles coloridos inundaron todos los medios, y sus organizadores fueron entrevistados en cada programa de radio y de televisión, hubo conferencias de prensa y el llamado a que 1.200 emisoras trasmitieran el himno mexicano a las dos de la tarde, justo al mismo tiempo que tendrían lugar las movilizaciones, dos en la Ciudad de México. Increíblemente, no convocaron a nadie.
Los amantes de las explicaciones digitales atribuyen el motivo del fracaso a las redes y al boicot múltiple que se armó en miles de hashtags (#YoNoVibro, y así). Otros entienden que el intento del establishment empresarial apareció en un momento en que se suceden miles de marchas, por todo el país y desde comienzos del año. La gente habría interpretado en el Vibra México un intento por aplacar ese fuego. Lo que se traficaba detrás de esa apelación a la unidad nacional eran los intereses particulares del mundo empresarial, que pueden rastrearse directamente hasta el demonio de Televisa. Claudio X González es el nombre de su operador político más sobresaliente, al frente de organizaciones que invierten en investigar la corrupción gubernamental, como Mexicanos Contra la Corrupción, así como la nefasta, Mexicanos Primero, dedicada a temas educativos. Este grupo de presión empresarial fue el que diseñó la reforma educativa, asumida e impulsada por el gobierno federal pero luego rechazada y frenada por el pleno de la gente, también mediante movilizaciones populares. En Vibra México los empresarios tuvieron su portavoz en el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), Enrique Graue, que quedó parado solo con un puñado de veteranos, encabezando una causa impopular.
Las movilizaciones fallidas del domingo dejan dos buenas noticias. Primera: a los medios masivos se les rompió la aguja, por tanto usarla y por ser tan burdos. La gente ya no les cree nada y la postura crítica ante sus mensajes es una constante en el país. Segunda: la calle sigue siendo el lugar en que se dan todas las luchas, y eso lo sabe hasta la derecha, obligada a convocar a movilizaciones para legitimarse.