La llegada de los smartphones a nuestras vidas ha llevado a que poseamos al alcance de nuestras manos poderosos elementos de distracción. Es así que cuando queremos salirnos de una conversación tensa o aburrida, o hacernos los desentendidos, o mismo cuando creemos que no tenemos absolutamente nada que hacer (generalmente esto es ilusorio), agachamos la cabeza y pasamos los dedos sobre la pantallita brillante llena de estímulos; instantáneamente encontramos algo con que entretenernos.
El problema está cuando trasladamos esa estupidez a absolutamente toda la cotidianidad y nos movemos como zombis por la ciudad. Ahí está el peligro. Aunque en Uruguay no hay relevamiento de datos sobre siniestros ocasionados por el uso de teléfonos celulares, es de público conocimiento que está prohibido, por ejemplo, conducir y hablar por el aparato. Para controlarlo, la Intendencia de Montevideo ha puesto un sistema de cámaras que saca fotos y manda multas a domicilio. Pero los riesgos no sólo están del lado de quien se encuentra tras el volante: ¿qué pasa con el peatón?
Acá nomás, en Argentina, un estudio realizado en 2016 por la Federación Internacional del Automóvil para Latinoamérica, reveló que 29,95 por ciento de los peatones que utilizan dispositivos electrónicos no respetan las normas de tránsito. El problema más importante es la pérdida del contacto visual con el entorno, lo que lleva a algo tan simple y riesgoso como cruzar la calle sin prestar atención.
Un poco más al norte, en Estados Unidos, autoridades gubernamentales y especialistas detectaron que la cantidad de peatones internados en centros de emergencia por accidentes debido a distracciones en la calle se ha cuadruplicado en estos últimos siete años, lo que ha llevado preguntarse qué porcentaje de esta cifra es atribuible al uso de dispositivos electrónicos. Ante la falta de certezas al respecto, se ha optado por redactar leyes bastante absurdas, como una implementada en Fort Lee, Nueva Jersey, donde el caminante puede ser multado por “caminar peligrosamente” si simultáneamente va enviando mensajes de texto.
En el sur de Holanda, el ayuntamiento de la ciudad de Bodegraven instaló un tipo de semáforo dotado de un sistema que ilumina con una línea roja y verde el suelo, para advertir a quienes caminan con la cabeza gacha cuándo es peligroso cruzar la calle. En China el asunto también se ganó la atención de las autoridades. La ciudad de Chongqing, que posee aproximadamente unos 8 millones de habitantes, destinó un carril sobre una de las aceras de una de las zonas más transitadas a quienes caminan usando su celular. Pero los responsables de la iniciativa por el momento consideran que los peatones no se han tomado tan en serio las sendas como se pretendía, ya que muchos se sacan selfies junto a los carteles señalizadores. Quizá la medida no funcionó tal como se pensaba, pero sí se expandió rápidamente a través de las redes sociales. ¡Digan whisky!