Además del primus, la dinamita, el aguardiente de papa (al menos ese tan popular fuera de Suecia bajo el nombre de Absolut, que inventó una mujer, Eva de la Gardie), la xilocaína, la llave inglesa, los fósforos (los de seguridad, los que usamos hoy), el rulemán y muchísimas otras cosas útiles, los suecos inventaron un tipo de recipiente para leche, jugos, vinos y otros líquidos que transformó el modo de producción, empaque y distribución de productos: el tetra brik.
Este envase lo inventó Ruben Rausing, en Lund, y sus herederos amasaron una fortuna colosal (que según la revista Forbes asciende a miles de millones de dólares). Uno de ellos se llama Hans K, quien se instaló en Londres sin nunca destacarse en nada, salvo por su predisposición al consumo de estupefacientes y a evadir tanto a las autoridades impositivas como a Scotland Yard, que una y otra vez lo persigue por los accidentes que genera al conducir ebrio o drogado. La policía entró una vez a su casa siguiendo el rastro de un conductor borracho que se había fugado tras un accidente, pero el perseguido se escapó saltando por una ventana.
Otra vez que las autoridades policiales lo buscaban por conducir borracho, se descubrió una historia macabra. La esposa del millonario, Eva Rausing, una de las ladies más ricas de Inglaterra, habría muerto en su dormitorio en su lujosa residencia en Chelsea, y a Hans K no se le ocurrió nada mejor que dejar el cadáver allí, semiescondido bajo unas bolsas, sellar la puerta con cinta adhesiva y seguir viviendo como si nada. Un rasgo familiar, eso de empaquetar las cosas. Tarde o temprano algo tenía que pasar, y sucedió dos meses más tarde cuando la policía, siguiendo a un conductor ebrio (adivinen quién era), descubrió el paquete en casa de los Rausing. El multimillonario fue juzgado y condenado a prisión por un delito cuyo nombre técnico significa algo así como “impedimento de enterramiento”.
Un periodista investigador especializado en el asesinato –hasta ahora no aclarado– del primer ministro Olof Palme, informó que tiempo atrás había recibido varios correos electrónicos de Eva Rausing diciéndole que ella sabía la respuesta a la pregunta del millón: quién había matado a Palme. Según ella, el asesino era otro millonario, colega de su marido. Temía por su vida y se sentía perseguida y angustiada. Luego murió, como se acostumbra decir en estos casos, en circunstancias sospechosas. La prensa consignó que la difunta usaba marcapasos (otro invento sueco, desarrollado en colaboración con médicos uruguayos) y consumía drogas.
Estos indicios nutrieron teorías conspirativas, fomentadas además porque la prensa en pleno se llamó a silencio. Hans K resurge cada tanto en los periódicos, pero por otros temas. Una vez que le dieron el alta de la clínica donde había estado recluido, consiguió nueva esposa y le compró una regia casona en su querido barrio de Chelsea al dueño del Chelsea Football Club, Roman Abramovich, por la friolera de unos 36 millones de dólares. Esa suma iguala, millón más o menos, lo que costaba el lujoso yatch que Abramovich le regaló a Vladimir Putin según el periódico The Telegraph (25-I-16). Aunque esto bien podría ser un simple invento británico.