Bajo la original consigna de montar un policial sinfónico, la actriz y cantante Lucía Trentini se lanza por primera vez a dirigir una pieza teatral de corte musical, demostrando talento para congeniar ambas artes. En este caso Trentini no actúa, y es la responsable de la dramaturgia y la puesta en escena, logrando un perfecto equilibrio entre el peso de una orquesta en vivo que acompaña y la acción de sus personajes. En esta historia hay un misterio a resolver, más precisamente un asesinato. Tres mujeres se encuentran en un living con un muerto tratando de reconstruir lo sucedido. Una estética atravesada por el cine negro, muy cuidada en todos los detalles plásticos, crea una atmósfera retro y misteriosa.
Trentini lleva la música en la sangre; hace pocos días lanzó su primer disco solista titulado Cicatriz. En teatro, ha participado como actriz en varias puestas aportando su veta musical como en No daré hijos, daré versos y la recordada Música de fiambrería, un policial verde que contaba con su propia dramaturgia y con la que obtuvo el premio Florencio Revelación en 2014. En Muñeca rota se lanza a un desafío interesante: montar un musical teatral con pocos actores y con una gran banda en vivo. Al comienzo los músicos se encuentran en un segundo plano, velados por una gran cortina que deja entrever los instrumentos y retrotrae a la época del cine musicalizado. En un segundo tramo, la orquesta –se trata del ensamble musical La Nonna, reconocido por sus presentaciones en ciclos de jazz, con la composición y dirección musical de Agustín Pardo– se hace visible en toda su potencia y se integra como un personaje más.
La puesta adquiere un fuerte carácter femenino: sus personajes principales son tres mujeres muy distintas, que en una atmósfera onírica discuten sobre la muerte de un hombre que se encuentra en su living. Paola Larrama, Karen Halty y Victoria Pereira interpretan a estas tres féminas y componen un trío perfecto que responde a las necesidades que exige el musical. Van y vienen hacia un micrófono ubicado en el centro de la escena mientras aportan sus performances desde el canto hasta la interpretación en verso.
El título de esta pieza ya dice mucho, y pronto la puesta produce un marcado quiebre que impone una postura sobre el trato hacia el cuerpo de la mujer. La víctima (en una excelente construcción de Óscar Pernas) se transforma en victimario con mucho para decir. Sin perder el tono humorístico que recorre el texto, su discurso se torna violento y oscuro. Como un frontman, Pernas, “el muerto”, expone a sus posibles asesinas desde un costado cruel y machista que deja mucho para pensar. Muñeca rota resulta así una pieza singular, con un trabajo de diseño que destaca en su escenografía y armado de las luces. Un trabajo colectivo de experimentación que, tras varias reposiciones, tuvo sus dos últimas presentaciones en la sala Hugo Balzo del Sodre. Tal vez marque el inicio de una labor de este equipo del que se esperan con ansias nuevos proyectos.