En la medida en que el rol de compositor en el Cuarteto de Nos tendió a concentrarse en Roberto Musso, Santiago Tavella buscó una vía alternativa para su expresión personal y armó el proyecto Otro Tavella & Los embajadores del buen gusto, que acaba de sacar su fonograma.1 Es un disco-objeto, casi libro, diseñado por Maca, con prólogo de Amir Hamed, en que cada una de las letras está comentada/acompañada/dialogada por algún buen escritor. Aldo Mazzuchelli obró como “productor” de la parte textual del disco, así como Guillermo Berta lo hizo con la parte musical (que contó, además, con asesoramientos de Coriún Aharonián, Fernando Cabrera, Nelly Pacheco y Sara Sabah). El grupo musical acompañante es excelente: Tavella toca la guitarra y deja el bajo (su instrumento habitual en el Cuarteto) a cargo de su hijo Martín, y se suman el baterista Sebastián Macció, el excepcional guitarrista Ignacio Lanzani y las cantantes Analía Ruiz y Josefina Trías. El formato dos guitarras, bajo y batería se expande con el importante agregado de percusiones (incluido vibráfono) por Macció. La ilustración de tapa es del propio Tavella, quien aportó algunas pinceladas de acuarela a mano a cada uno de los ejemplares. Una exquisitez.
La música es esencialmente un pop-rock estribillero, pero nada banal, siempre creativo. (Mis preferidas son “Hadas oscuras”, “La princesa” y “La sirena de El Pinar”.) Hay también una especie de cumbia y una especie de samba. Los estribillos tienen una estructura neta, pero las melodías de las estrofas tienden a ser rítmicamente invertebradas: mientras la base transcurre firme, casi todas las frases melódicas son acéfalas y las notas aparecen libremente desparramadas en el tiempo. Esto produce una cierta sensación de torpeza quirky que es uno de los rasgos del personaje narrador de la mayoría de las canciones, y además abre el juego al tipo de interpretación teatralizada, un poco recargada, que es como una parodia de estilos fuertemente expresivos y sentimentales (milksap, “melódico”, quizá tango). Las letras y músicas están obviamente distanciadas de ese tipo de referentes, y la voz de Tavella no es bonita (aunque es flexible, pasa bien y se despliega en un sinfín de matices). Esa combinación de ingredientes da una sensación de desparpajo, de ironía, sin dejar de tener un componente de autenticidad inmediata. La canción que más se aparta de ese estilo es la que menos se parece a Tavella: “Nocturno de la estatua” podría ser una música de Chico Buarque (¡bruto elogio!).
Las letras tienen muchos hallazgos, tanto en lo puntual como en los planteos generales. El asunto predominante es el enamoramiento (o deseo, o fascinación) por mujeres que casi siempre tienen algo mítico-literario (la bailarina de “Las zapatillas rojas”, la “Sacerdotisa de Afrodita”, la “criatura salvaje” de “Desayuno en Tiffany’s”, las “Hadas oscuras”, “La princesa”, la Alicia de “Novelas vagas”). Y el macho que las desea (el yo poético) es “el perverso”, o el morador del apartamento 666 en “Las vecinas de Satán”. La actitud frente a esa mujer endiosada se une con el mencionado estilo parodiado en el canto. Canto y letras parecen estar exorcizando el demonio interior que planea los placeres morbosos, pero casi siempre sale derrotado. Sabe que esos pedestales para la fémina quedaron culturalmente obsoletos y están desfasados con el estilo de las bases musicales, y por eso trata su pasión con ironía. Los coros femeninos son peculiares: pocas veces hacen lo más habitual, es decir, armonizar los estribillos, y aun cuando lo hacen están mezclados siempre chiquitos y con mucha reverberación. La mayor parte de las veces, las cantantes hacen líneas de contrapunto lejanas o voces sueltas en el espacio alrededor del solista, como si fueran un reflejo de los personajes femeninos aludidos en las letras –lejanas, bellas, frías–. Cuando el amor no está en primera persona se ve mucho más prosaico, como en “Patéticos y bellos” (“Me causa desapasionada compasión”, “No hay solución porque no hay problema”).
Capaz que me equivoco, pero diría que esa música va a comunicar muy bien con la franja de edad de los fans del viejo Cuarteto. A fin de cuentas, es difícil que un adolescente de verdad comprenda lo que es ser un adolescente eterno.
Este martes 12 a las 20:30 horas está previsto un “encuentro secreto” que será la última presentación de Otro Tavella… este año. Datos y reservas por el email: taveuunder@gmail.com
- Fuera de la realidad, Yaugurú, 6995-2, 2017.