Uruguay ha tenido enormes instrumentistas y cantantes en el ámbito de la música culta, pero si hay un instrumento con el cual nuestro país ha hecho punta en el mundo, sin la menor duda debemos referirnos a la guitarra y al magisterio y la investigación técnica del gran Abel Carlevaro.
Bajo su guía se formaron destacadísimos guitarristas que han sabido labrarse una sólida reputación a nivel internacional, como –entre otros–Eduardo Fernández, Álvaro Pierri y Baltazar Benítez, este último fallecido hace muy pocos días.
Benítez había nacido en Durazno y, como dato curioso, diremos que más allá de su gran reputación como concertista virtuoso supo ser un exitoso fabricante de guitarras, que firmaba con el seudónimo de “Victoriano Santos”.
A los 12 años Baltazar Benítez comenzó sus estudios de guitarra con el maestro Pedro Machín, estudios que completaría, ya adulto, como alumno de Abel Carlevaro.
A partir de 1968 Benítez se convirtió en guitarrista profesional, y en su medio siglo de carrera obtuvo los más destacados logros.
Sus primeros conciertos profesionales en nuestro país los dio como solista y también con acompañamiento en obras de la exigencia del Concierto para Guitarra y Orquesta, de Mario Castelnuovo-Tedesco, y el Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo.
En 1970 resultó ganador del concurso de guitarra organizado por el Centro Cultural de Música del Uruguay.
Sin dudas ese logro le sería decisivo en la obtención de una beca para estudiar en Santiago de Compostela, España, bajo la tutela del maestro José Tomás, asistente nada menos que del legendario guitarrista Andrés Segovia.
En esa misma ciudad gallega ganó en 1971 el Primer Concurso Internacional de Guitarra, y en 1973 el primer premio en el Séptimo Concurso Internacional Tárrega, en Benicasim.
En 1976 llega su primer disco, dedicado a un repertorio íntegramente formado por obras latinoamericanas.
Su segundo disco, de 1980, incluye la célebre Suite para Laúd en Mi Menor, de Johann Sebastian Bach, y siete sonatas de Doménico Scarlatti transcriptas para guitarra por el propio Benítez.
En 1984 grabó el primero de sus discos dedicados a la música de Ástor Piazzolla, a quien, apenas un año después, tendría el honor de acompañar en una gira por Sudamérica. En el marco de esa gira, el 23 de diciembre de 1985 Benítez y Piazzolla estrenan para Latinoamérica el Concierto para Bandoneón, Guitarra y Orquesta, del gran bandoneonista y compositor marplatense.
Durante el resto de su carrera hizo giras por países como Japón, Holanda, Alemania, Rusia, Estados Unidos, España, México, Costa Rica, República Checa y Suecia, entre muchos otros.
En 1994 debió abandonar su carrera de concertista por razones de salud, pero no por ello dejó de estar vinculado activamente a la música.
La muerte del gran guitarrista duraznense Baltazar Benítez a los 74 años enluta no sólo a su departamento natal, sino al ámbito de la cultura uruguaya en su totalidad.
A los melómanos locales les queda el consuelo de saber que la escuela uruguaya de guitarra sigue viva y en perpetuo avance a través de los numerosos guitarristas jóvenes que en este momento se están formando con la técnica que desarrolló Abel Carlevaro y que exhibieron en el mundo sus discípulos, de los cuales Baltazar Benítez fue uno de los más destacados.