A pesar de que las calesitas y los parques de atracciones parezcan en decadencia, con carruseles reventados y gusanos locos atados con alambre, todavía son capaces de entusiasmar. Detrás de tanto algodón de azúcar, pompas de jabón y trencitos de la alegría están los trabajadores que empujan el negocio a puro pulmón. Y también los que no acceden al lujo burgués de las vacaciones y no les queda otra que, cual Mambo, girar por la capital. Esta recorrida por la continuidad de los parques recoge esas fotos de la ciudad en pleno enero.
Maicol impulsa las Tazas Bailarinas con la fuerza de sus brazos. Como si fuera una especie de sistema solar, un viejo motor las hace girar desde el centro, pero un segundo mecanismo se ha roto hace poco y el muchacho de 20 años se cuelga de las asas para hacer bai...
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