“País de Boludos” (que tiene 49.237 suscriptores) es un programa online en el que Federico Simonetti, con una carrera de diez años en el stand up de la vecina orilla, conduce un programa dirigido a resumir y ahondar en los casos más estridentes de la actualidad política argentina (jamás se quedará sin material).
En diciembre de 2018, los legisladores de Cambiemos votaron para quitar las regulaciones que pesaban sobre los dueños de Papel Prensa SA, Clarín y La Nación, que tienen el monopolio de la producción de papel en Argentina. A partir de la desregulación, Papel Prensa SA quedó con las manos libres para fijar a su gusto el precio del papel: de manera diferenciada para cada comprador. Aun antes de la medida, el diario Tiempo Argentino había denunciado que la empresa monopólica les había aumentado el precio del papel 110 por ciento en un año. La desregulación fue un golpe mortal para los pequeños medios opositores, que buscaban la forma de sobrevivir por fuera de la pauta oficial.
Al ampliar la mirada, aparecen los hitos de la forma en que se ha ido armando en Argentina una estructura de medios capaz de proporcionar un blindaje a las figuras más prominentes del gobierno. En junio de 2018, la agencia estatal de noticias Télam despidió a 354 trabajadores, una limpieza ideológica no encubierta: los despidos se justificaron diciendo que la agencia había sido “cooptada por el kirchnerismo”. Fue un momento álgido de una purga que venía produciéndose a buen ritmo. Los despidos masivos, y en algunos casos la liquidación total, se produjeron con frecuencia desde la asunción de Macri: en la Agencia DyN, en la Radio Rivadavia, en la Radio Del Plata y en todos los medios pertenecientes al Grupo Indalo (el canal de noticias C5N y Radio 10, entre otros). Ni siquiera figuras populares, como Víctor Hugo Morales, Horacio Verbitsky y Roberto Navarro, pudieron escapar de la expiación interna que cada medio debía ejecutar si quería seguir existiendo.
Se estima que en el gobierno de Macri se han producido más de 3 mil despidos de periodistas. Así se construyó la operación de realidad virtual que ha conseguido que los medios sobrevuelen la agónica situación que vive la gran mayoría de los argentinos. En este panorama, para buscar alternativas al discurso predominante, ha habido que alejarse del centro masivo hacia la periferia de Internet, donde trabajosamente florecieron proyectos colectivos, como los portales El Destape y La Tinta, sustentados con las donaciones de sus usuarios.
Youtube ha sido una herramienta invaluable para la supervivencia de la mirada disidente. País de Boludos, que actualmente se encuentra a punto de comenzar su cuarta temporada (aunque ya subieron al canal un imperdible especial de pretemporada sobre el caso D’Alessio-Stornelli, titulado “¿Lo conocés a Marcelo?”), tiene varios méritos. Uno de ellos es utilizar el humor para volver evidentes los agujeros del discurso del poder y evidenciar así los momentos en los que el relato oficial queda desnudo en medio del desfile. El ordenamiento de los hechos que se produce a partir de los guiones de Julián Urman, Ivana Szerman y el propio Simonetti consigue otorgar narrativa a una cantidad ingente de información, que de otro modo sería sólo una maraña de datos y nombres; es decir, consigue que historias que a veces son muy complejas se vuelvan coherentes y ágiles, a la vez que nunca oculta que la perspectiva del programa es la de un progresismo de clase media universitaria. Aquí no hay presunción de imparcialidad; de hecho, eso también puede volverse motivo de risa: “… una trama compleja de explicar, pero desde País de Boludos vamos a hacer el esfuerzo de sintetizarla con información parcial y tendenciosa, para que vos llegues a la conclusión a la que querías llegar antes de ver el video. Aguante la posverdad”.
Otro de los aciertos del programaes que, si bien cada episodio consigue ser divertido, lo que hacen no deja de ser una forma de periodismo analítico: el humor es una herramienta que no tuerce la finalidad informativa. Para esto es muy útil el lugar desde el que habla Simonetti, quien juega en el tono medio de un desencanto que no llega a ser desaliento, de la ironía que no se convierte en cinismo, como si por debajo de los chistes dijera: “Riámonos un poco, pero recordemos que ellos también se están riendo de nosotros”. Un dato no menor: antes de dedicarse al stand up, Simonetti hacía periodismo en Canal 7, el canal estatal, en el programa Huella Digital, donde sufrió la censura del ministro kirchnerista Julio de Vido, por una investigación sobre la hidrovía y Aerolíneas Argentinas. Simonetti renunció a su puesto en el canal. Consultado sobre este punto, ha declarado: “No me sumaría a un proyecto con el cual no estoy de acuerdo ideológicamente”. Quizá un país habitado por boludos sea, también, aquel que haya perdido la capacidad de reconocer la integridad.