Son 237 minutos de película, editadas a partir de las 25 horas que la directora suiza Kristina Konrad grabó en Uruguay entre 1987 y 1989. Los 30 años transcurridos desde el momento de los registros hasta que este material fue exhibido, el año pasado –en la Berlinale primero, con el título “Unas preguntas”, y en el Festival de Cinemateca y en el Bafici luego–, provocan un impacto duradero: hemos olvidado, en gran medida, cómo era aquel país donde la pobreza, la obsecuencia y el miedo dieron por tierra con las ilusiones de fundar la democracia recientemente recuperada sobre bases sólidas, es decir, donde la verdad y la justicia fueran principios innegociables.
Si alguien
tiene la certeza de que nunca más habrá dictadura en Uruguay, está equivocado.
A más de tres décadas del fin del régimen m...
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