La historia reciente nos ha acostumbrado a asumir que buena parte de los sentidos atribuidos al término “izquierda” son en realidad las huellas de lo que la generación del 60 hizo de ella. Pero, antes de la minifalda, otra generación, la de la clase trabajadora de mediados de siglo, había desafiado rasgos de su cultura que una vez parecieron inconmovibles.
“¿Dónde
está la juventud?”, se
inquietaba un redactor del boletín El Obrero Gráfico hace ochenta años,
en alguna de esas temporadas en que los militantes anarcosindicalistas que
conducían al gremio sentían flaquear el poder de convocatoria de la causa. “Donde
no debe”, respondía.¿Y dónde era eso? “En el estadio, en el
hipódromo, el cabaret o el boliche”, inventariaba. ¿Y por qué no debía
frecuentar esos espacios? Porque en ellos “s...
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