La foto tomada por Nirmal “Nims” Purja pronto se volvió viral. Doscientos escaladores hacían cola a más de 8 mil metros de altitud para poder pararse unos minutos en la cima de la montaña más alta del mundo, desplegar alguna bandera, tomarse un par de fotos y, si tenían suerte, descender y vivir para contarlo. ¿Qué sentido tenía el riesgo y el esfuerzo si lo que uno encontraba en la cima era un embotellamiento más parecido a la cola de un hipermercado que a la lección de humildad, superación y pureza que el logro de escalar el Everest pretende representar? Sin embargo, la foto sólo cuenta la mitad de la historia.
Lo que hizo tan popular la imagen tomada
por Purja fue que de inmediato era evidente que había algo que estaba
escandalosamente mal. No había ni que pararse a pensar. El resto lo ...
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