—¿Cómo se sale del esquema económico de ajuste propuesto por el actual gobierno?
—El gobierno de Macri adoptó una posición naíf o ingenua. Hizo una lectura de la globalización muy poco acorde con el momento histórico. Macri se imaginaba estar en el mundo de 1990 después de la caída del muro de Berlín, y, en realidad, tenemos un escenario de malestar en la globalización. El resultado fue desastroso: no hubo lluvia de inversiones básicamente porque no había en Argentina negocios rentables para que eso ocurriera.
—Estos problemas heredados, ¿se resuelven con regulaciones?
—La regulación es una herramienta. No te diría que esto se resuelve con eso. Hay que ser pragmático en este mundo y dejar esa mirada ingenua, casi religiosa. Los países desarrollados tienen un montón de regulaciones en diferentes mercados. No creo que Argentina tenga que ir a un esquema de muchas regulaciones como si fuera un precepto. Lo he dicho en otros momentos y lo mencioné en mi libro anterior, Los tres kirchnerismos (Siglo XXI, 2016): el cepo cambiario fue un error. Generó muchos más problemas que los que resolvió. Y me parece que en ese momento, con una combinación más pragmática de política monetaria y fiscal, y resolviendo algunos problemas de endeudamiento de otra manera, el país hubiese logrado un crecimiento bajo, seguramente, pero sin generar toda esa maraña de dificultades que terminaron afectando el propio crecimiento y el comercio exterior. Dicho esto, lo que hizo Macri fue tremendo, fue peor.
—¿Habría, entonces, una mayor presencia estatal?
—Sin duda. Las regulaciones hay que calibrarlas según el momento y son herramientas: a veces hay que intensificarlas un poco, otras veces hay que relajarlas. Alberto Fernández siempre cita a Danilo Astori: viene un auto al taller y le tengo que arreglar el carburador con una herramienta, viene otro auto y tengo que usar otra herramienta porque tiene otro problema. Uno tiene que utilizar las herramientas que están más a mano para solucionar los problemas que se presentan. Uno no se puede casar con una herramienta o ideologizarla. Sí creo que los países en desarrollo necesitan una presencia mayor del Estado como orientador de la inversión. Y esto no significa que esa presencia termine remplazando o ahogando el capital privado.
—¿Usted va a ocupar el Ministerio de Economía en un eventual gobierno del Frente de Todos?
—(Baja la cabeza.) No, no… Falta mucho para ver eso (se ríe). Alberto Fernández, a principios de 2018, convocó a gente de distintos sectores para armar un grupo de análisis y reflexión sobre diferentes áreas de políticas públicas. Él decía que la unidad del peronismo era posible. Si el peronismo no se unía, era muy difícil enfrentar a Macri con éxito. Y él lo veía factible, porque había hablando mucho con Cristina y la veía con otra apertura para discutir estas cosas, con una mirada un poco más abierta y reflexiva sobre los desafíos que se venían.
—A esta altura, ustedes deben de tener una batería inicial de medidas económicas para enfrentar la crisis. ¿Cuáles son?
—Te puedo hablar de enfoques. La economía argentina hoy está en una situación de elevada incertidumbre. Si bien el tipo de cambio, el dólar, está estable, creemos que es una estabilidad precaria. Porque hay una tasa de interés altísima: el Bcra está pagando tasas exorbitantes para garantizar que muchos pesos no se vayan a dólares, algo insostenible y que genera más problemas que los que está resolviendo. Primero hay que enfrentar el frente financiero. Tenemos un programa vigente del Fmi que no es nuestro, pero que nos deja este gobierno. Hay un programa que no funciona, y pensamos que hay que cambiarlo. Debemos ir a un esquema que permita generar más dólares y superávit comercial. Nosotros queremos salir de esto, plantearle al Fmi otro programa económico, justamente porque creemos que otro programa va a permitir pagarles a los acreedores.
—En esta propuesta, ¿el rol de Banco Central se mantendría como en este gobierno o estaría más cerca del rol que jugó bajo la conducción de Mercedes Marcó del Pont (2010‑2013)?
—Pensamos en un Bcra que tome un papel activo, que no mire el mercado de cambios como un actor pasivo. Va a tener algunas medidas de intervención.
—¿No les preocupa el índice de inflación?
—La inflación hay que bajarla. Sin duda, el país no resiste seguir con un ciclo de aumento de la inflación como el que generó Macri. Empezó con el 25 por ciento anual y hoy ya está en el 53 por ciento anual. Es más del doble de lo que recibió. Ha sido un fracaso rotundo. Nosotros tenemos la idea de un acuerdo económico y social, y nos parece que es fundamental que los sectores del sindicalismo, la industria, el comercio y los servicios se sienten en una mesa y puedan discutir salarios, precios y productividad.
—Se trata de una herramienta histórica del peronismo…
—Absolutamente. Pero creemos que es una herramienta de concertación fundamental. Hoy en día me parece imposible pensar una política económica sin ella. No es la solución, sino una herramienta que hay que complementar con otras a nivel monetario, fiscal y en otros planos. No hay soluciones mágicas.
—¿El acuerdo firmado entre el Mercosur y la Unión Europea puede complicar el panorama económico de acá en más?
—Me parece bien firmar un acuerdo con la UE, pero no este acuerdo. Porque los beneficios que trae son mínimos y poco conocidos, y los perjuicios reales son tremendos. Es un acuerdo muy malo, hecho a las apuradas, con un fin netamente electoral y una mirada religiosa.
—¿Por qué?
—Porque este es un gobierno que se jacta de su profesionalismo, de estar conformado por personas que integraron las gerencias de empresas grandes, multinacionales, con economistas formados en universidades internacionales, de renombre. Y, en ese escenario, lo mínimo que esperaría es que, a la hora de firmar un acuerdo tan importante a futuro, se le pueda mostrar a la sociedad un estudio de impacto que diga qué ganamos y qué perdemos, y que aquello que perdemos puede ser compensado por aquello que ganamos. Ese estudio no existe. Y si existe, no lo pueden mostrar, porque saben que perdemos más que lo que ganamos.
—¿El acuerdo con la UE es negativo sólo para Argentina o para la región en general?
—Para Brasil también es negativo, me parece. Bolsonaro propone una apertura económica que pone en riesgo toda su historia industrial –la más importante de América Latina– y termina generando un escenario disruptivo respecto del Mercosur. Este acuerdo con la UE pone en riesgo la existencia misma del Mercosur como proyecto político y económico regional. He visto menos críticas en Paraguay y Uruguay, probablemente porque allí se vean con más claridad los beneficios que los perjuicios. Me preocupa cómo hemos perdido la posibilidad de tener un proyecto de integración regional.
—¿Qué mirada tienen ustedes sobre la megaminería, la soja y el fracking?
—Planteamos pragmatismo con una mirada clara. Hay que ser muy cuidadosos y pragmáticos. ¿Qué quiero decir con esto? Una cosa es la minería que no afecta a las comunidades y otra la que sí afecta. Donde no hay riesgos, ¿por qué no hacer megaminería? Con tecnologías buenas y un Estado regulador con mayor involucramiento nacional junto con las comunidades regionales.
—¿Cómo se ven frente a las cuatro corporaciones patronales rurales luego de que su relación con el kirchnerismo estalló por el tema de las retenciones en 2008?
—Las retenciones están de hecho. Macri nunca eliminó las retenciones a la soja; dijo que lo iba a hacer, pero no lo hizo. Con el berenjenal de medidas contradictorias impositivas que tomó, el gobierno agravó toda la situación fiscal. Las retenciones no pueden afectar la rentabilidad del productor. No podemos plantear un escenario en el que la rentabilidad del productor termine siendo carcomida por las retenciones. Hay que discutir cuál es el nivel que el sector necesita para continuar creciendo, en qué medida podemos ayudar con políticas activas para que parte de esa renta se reinvierta en infraestructura y el sector siga creciendo.
—¿Cuáles serán las políticas públicas para las pymes y las cooperativas en términos de tarifas?
—Pymes y cooperativas son prioridad, porque ahí están la producción, el empleo, el mercado interno y el eslabonamiento productivo. Este gobierno desactivó las políticas para las pymes. Vamos a volver a darles énfasis a ellas y a las cooperativas como un elemento importante para el desarrollo económico, y no solamente para el empleo. El tema tarifas es un capítulo mucho más amplio, porque tiene que ver con la producción, pero también con los hogares. Si queremos mejorar las tarifas, tenemos que aumentar la producción. En segundo lugar, crear una tarifa social para los sectores pobres de todo el país, los sectores de clase media que están afectados por la crisis, para las pymes y las cooperativas que están en problemas. Esa es una cuestión fundamental. Y debemos hacer un esfuerzo para que las tarifas estén por debajo de la inflación, para que dejen de comerse el bolsillo de los argentinos todo el tiempo. También hay que revisar los subsidios para los sectores de la población con altos ingresos. Hay mucho por hacer, y este gobierno hizo poco y mal.