El Santo se llama el pago, por una estatua de Francisco de Asís que se
levanta donde pudo ser su entrada, la esquina en la que Florencio Sánchez –la
calle principal– deriva en un caminito de tierra a campo traviesa que sigue
siendo la vía más corta para llegar a la ruta 5, la vieja.
La calle corre del noroeste al
sureste y la interceptan cinco paralelas. Bogotá se llama aquella donde hasta
el sábado pasado vivían, frente a frente, un bombero jubilado y Sergio Deleón,
un hombre joven cuyo solar estaba separado de la calzada por un cerco de chapa
prolijamente pintado con los colores del Frente Amplio.
El lugar es uno de esos caseríos del
norte de Las Piedras envueltos por la ciudad. Diez manzanas con una gran plaza
redonda en el centro, floja de amoblamiento urbano pero surtida de vecinos b...
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