La expectativa estaba servida la mañana del viernes 23 de agosto, cuando los uruguayos tomaron su control remoto para ver Pepe: una vida suprema, el documental sobre Mujica que realizó Emir Kusturica, el afamado cineasta serbio. El estreno había sido anunciado, los días anteriores, por una gran cantidad de medios locales. Pero esa mañana, al seleccionar el ícono de portada del documental en su cuenta de Netflix, los usuarios se desayunaron de la imposibilidad de reproducirlo. Se veía el resumen y la ficha técnica, pero no había botón de inicio. “Qué frustración, creo que debo compartir con mis contactos esto que me ha pasado…”,pensaron varios.
El semanario Búsqueda publicó una entrevista a Mujica, en tono derrotista, el 8 de agosto (dicho tono parece ser, de hecho, el que signa el discurso del Mpp para estas elecciones). El 22 de agosto, el mismo medio filtró algunas declaraciones del ex presidente que pueden verse en el documental, referidas al robo de bancos y a la defensa de la violencia como práctica política. Seguidamente, esas declaraciones fueron difundidas por una gran cantidad de empresas de comunicación que, a la hora de replicarlas, las retocaron con redacciones suspicaces, las descontextualizaron y las reordenaron para generar confusión. Las filtraciones, las réplicas, los anuncios del estreno y luego las noticias sobre su suspensión, así como las expresiones “censura”y“apología del delito”,comenzaron a sobrevolar las discusiones y los sectores de comentarios. En menos de 24 horas, se generó una escena ya clásica en nuestra vida cotidiana: los medios masivos jugaron con la ansiedad del público y acicatearon la histeria colectiva.
EL ÚLTIMO HÉROE. “Soy un idealista nato. He construido una visión del mundo que está vinculada con las personas que admiraba desde muy joven, del Che Guevara a Fidel Castro. Como no pude rodar con ninguno de los dos, cuando escuché acerca de un hombre que aun siendo presidente todavía manejaba un tractor y reparaba su casa, me dije: Mujica es mi hombre. Y no me equivoqué”,dijo Emir Kusturica en una entrevista con Afp.El primer encuentro del serbio con sus ídolos sudamericanos fue con Maradona; en una película, se presenta como un verdadero fan del Diez y cuenta su vida. Revisita su ciudad natal, filma su primera canchita y muestra material de archivo con sus goles más celebrados. Este largometraje documental se estrenó en 2008 en Cannes, y la crítica lo vio como “una fotografía de un fanático que se captura a sí mismo abrazando a su ídolo”. El filme Maradona by Kusturica, sin embargo, es también una película política, donde el célebre futbolista es mostrado como un ícono antiglobal, un admirador del Che y de Evo, un tribuno de los pobres y los marginados, un patriota indignado que apuñaló a los ingleses.De hecho, en la película, un Diego animado patea la cabeza de la reina británica y la de Margaret Thatcher mientras se escucha un estribillo de los Sex Pistols: “God save the queen/ of the fascist regime”. Es evidente que para el director serbio Maradona es el epítome de una superestrella anticapitalista, un símbolo del sur poscolonial y antioccidental que, ya sea con la pelota o por otros medios, lucha contra los imperios.
CHE GUEVARA SIN HABANO. Y así, al último gran hombre del fútbol lo sucedió el de la política. Kusturica ha expresado su fascinación acerca de Mujica en varios medios internacionales; lo presenta como el último héroe terrestre.Al explicar en los medios serbios la figura del presidente uruguayo, lo comparó con el patriarca Pavle, el más importante jefe de la iglesia ortodoxa serbia en la historia reciente. Habló de los dos como de modelos únicos a seguir, por su modestia, moralidad y bondad.
En el tráiler del documental de Pepe: una vida suprema, se puede ver la cara concentrada del director con sus auriculares, intrigado con el carácter y la apariencia del presidente uruguayo. Lo mira encantado, y, sin embargo, no lo entiende. A pesar de ser un buscador de héroes sudamericanos por más de una década, el serbio no le ha dado importancia al aprendizaje del idioma español.
MUJICA INFLUENCER. El “presidente más pobre del mundo”, como suelen llamarlo los medios de comunicación mundiales, concitó la atención, durante su mandato, criticando al capitalismo y al consumismo en las cumbres internacionales y en las Naciones Unidas. Aunque Mujica es igualmente conocido, en Europa, por la dedicación a su perra de tres patas. Es como un influencer de una moda que desde hace poco conquistó al viejo continente: a la movida antiglobalista, vegana, hippie con Iphone y hípster se le suma, ahora, la de adoptar perros con discapacidades. El mito de Mujica, que enamoró al mundo con su simpleza y modestia, llegó casi al unísono con la figura del papa Francisco. Sus iniciativas políticas de legalizar la marihuana, el aborto y el matrimonio homosexual resultaron sobrenaturales para el anquilosado mundo político global.
MATE LAVADO. El documental de Kusturica fue presentado en Venecia junto con la ficción La noche de 12 años (Álvaro Brechner, 2018), y formó parte de una misma operación cultural. Antaño sería bronce, mármol; de cualquier manera, la cuestión sigue siendo la permanencia visual (en el sentido literal del término) de un mito, de un relato que encarna un sentido de la historia. Si antes el relato estaba condensado en un solo cuerpo escultórico, o quizá en una narración pictórica a través de un lienzo, hoy la estrella brilla cuando logra ocupar todos los espacios posibles (el documental, la ficción, la comedia satírica, pero también el arte pop, los memes, etcétera). Entonces, al presentarse como coprotagonista de su propia película, Kusturica se coloca como parte de esta operación cultural de permanencia, al igual que lo hizo con Maradona.
Si se mira el panorama, la representación audiovisual sobre la historia reciente del Uruguay es escasa. El público nacional tiene pocas oportunidades de verse representado, directamente, en la pantalla. Y si a comienzos del siglo XX Eduardo Acevedo Díaz forjó con su ciclo de novelas patrias una forma no ya de entender sino de creer e imaginar los primeros pasos del Uruguay independiente, un siglo después la necesidad de darle encarnadura visual a nuestra memoria colectiva rompe los ojos. Por eso es que cobra tanta importancia pensar en cuáles son los relatos que se imponen y reproducen sobre la propia historia, no ya en Uruguay, sino en el mundo; en este caso, de la mano de Netflix. La falta de realizadores no es el inconveniente, ya que festivales documentales como Doc Montevideo o Tenemos que Ver demuestran que hay equipos dispuestos a rodar. Lo que se encuentra, de algún modo, imposibilitado, es que quienes guardan la memoria viva sobre los hechos recientes se acerquen a ellos y colaboren para construir otra historia, porque, de lo contrario, en lugar de decir, seremos dichos, y en lugar de pensar, seremos pensados.
SUPERSTAR SIN ESTRENO. Los eventuales motivos de la cancelación del estreno son materia de especulación e incertidumbre, aunque lo más probable es que, desde varias posiciones, hayan querido evitar su interferencia con las elecciones. Lo que es seguro es que después de todo el circo mediático la expectativa habrá crecido. La plataforma Netflix ha prometido que el estreno “tendrá lugar antes de fin de año”.