En su discurso inaugural el nuevo presidente argentino reincidió en el gesto conciliador que caracterizó su campaña, pero sin privarse de anunciar reformas audaces. La refundación consensuada que Fernández promete será puesta a prueba, sin embargo, por un contexto muy distinto al de los años de esplendor del progresismo latinoamericano.
El ritual estuvo. En el cambio de mando fue posible contemplar el resignado semblante de Mauricio Macri cuando los militantes de las barras, los nuevos cuadros de gobierno y hasta la propia vicepresidenta Cristina Fernández le cantaron la marcha peronista en su nariz. Las ministras y los ministros, en su gran mayoría de mediana edad y con sólida formación académica, fueron investidos en el museo de la Casa Rosada entre el “olé, olé, oléé, olééé” de las hinc...
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