Le tocó el trabajo más duro en la extraordinaria carrera de los Monty Python –dirigir las películas–, pero, en verdad, Terry Jones siempre fue el alma del grupo. Tenía todo lo necesario: la energía insuperable, el perfil bajo, el entusiasmo y la curiosidad ilimitados, además de un manejo sorprendente de la palabra escrita que lo llevó a crear no sólo algunos de los personajes y sketches más memorables del grupo, sino libros de historia sobre la Edad Media y el imperio romano, documentales para la televisión, libros para niños y poemas. Además de lo más importante: esa voz alta, aguda, finita.
Terry Jones parece haber vivido mil años,
considerando todo lo que hizo, y, sin embargo, parece haberse muerto demasiado
pronto. Estaba enfermo desde hacía cuatro años, con una inusual forma de
demenc...
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