Los asuntos de actualidad están provocando debates públicos que parecían estar circunscriptos a las elites de diferentes campos: la comunidad científica global se pronuncia abiertamente y las corporaciones del bigpharma responden; los economistas trazan fórmulas y la sociología, cartografías; los “expertos” asesoran a los altos mandos y los intelectuales escriben preguntando por lo que no está siendo enunciado. Este estado de excepción sanitario demuestra que, a pesar del riesgo que supone pensar sobre –y mientras–lo que sucede, muchos están dispuestos a tomarlo.
El influyente italiano Giorgio Agamben escribió una reflexión titulada “La invención de una epidemia”,1 que se publicó en la revista italiana Quodlibet y que suscitó múltiples lecturas y respuestas directas como la de Jean-Luc Nancy. Agamben sostiene que la modalidad de excepción actual tendrá como consecuencia la militarización de la vida y se pregunta por el rol de los medios de comunicación que, en alianza con el pánico, potencian los efectos del biopoder.
Judith Butler en “El capitalismo tiene sus límites”2 parte de la afirmación “el virus no discrimina”, para desarrollar y demostrar que es el sistema del capital y sus desigualdades estructurales el que determina qué vidas importa salvar y qué cuerpos no merecen vivir (ideas desarrolladas extensamente en su libro Marcos de guerra). Butler expone los mecanismos discriminatorios de la cobertura médica estadounidense y afirma que, como responden al control del mercado, amparan la ausencia de una política transnacional de atención médica por parte de la administración de Trump.
El filósofo SlavojŽižek publicó, a principios de febrero,“Un claro elemento de histeria racista en el nuevo mundo”3 en RussiaToday, y, a fin de mes –cuando la pandemia se extendió junto con sus efectos en el capital–,“El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo Kill Bill que podría reinventar el comunismo”. Ambos textos, como es habitual cuando del esloveno se trata, fueron ampliamente compartidos y discutidos, e incluso Byung-Chul Han, en “La emergencia viral y el mundo de mañana”,5le responde sobre el final de su argumentación.
Otra de las voces destacadas es la de David Harvey. Recientemente la revista Jacobin publicó un artículo titulado “Política anticapitalista en la época de COVID-19”,6 que desmonta el binomio economía-salud y pone en evidencia los alcances que tendrá continuar alimentando la idea de que salud pública y economía global pueden organizarse, planificarse y preverse de forma independiente.
Mientras que el lenguaje en la opinión pública se militarizó (la guerra contra el virus), las fakenews se propagaron por distintas plataformas al igual que los consejos de productividad en tiempos de cuarentena. A medida que la economía se desacelera y las diferencias entre periferia y centro se agudizan, la comunidad biomédica y científica se enfrenta entre sí. La pandemia tensó los acuerdos con las grandes corporaciones, y los laboratorios también se sienten en riesgo.
En Uruguay, Sandino Núñez publicó un agudo texto7 en su blog que, lejos de caer en la dicotomía apocalíptica o integrada, propone un tercer punto de análisis como condición de posibilidad para pensar el estado de excepción permanente: “El virus carece de todo componente político. Solamente, y en el mejor de los casos, tiene la potencia de desnudar una enfermedad más profunda, incrustada e inconsciente”.
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El sábado pasado, mezclado con el sonido de los aplausos dirigidos al personal de salud, desde un balcón alguien gritó “veo veo”. La respuesta fue coral: “¿Qué ves?”.El clásico juego duró una media hora y terminó con varios “buenas noches” y algunos reclamos infantiles que exigían seguir divirtiéndose en esos escasos metros con aire.
El domingo,sobre las siete de la tarde, desde un balcón con parlantes, empezó la música. Esta vez, el sonido y el atardecer permitían identificar al menos el edificio del cual venía y arriesgar el piso. De a poco, los balcones se fueron llenando, se prendieron luces,linternas de celulares acompañaban coreográficamente y la voz detrás del micrófono dedicó un feliz cumpleaños aplaudido. Mientras los informativos transmitían en vivo el informe político sanitario del día, algunos vecinos transmitían en sus redes sociales esa especie de encuentro espontáneo y aislado. En la vereda se sumaron algunos trabajadores de delivery que, con la bicicleta detenida –y probablemente con la incertidumbre en la garganta–,arriesgaban unos pasos con bello swing inmigrante. También pasaron patrulleros, primero con la sirena encendida, después, sin luces. La selección musical terminó con un par de clásicos murgueros, el himno nacional y una yapa bailable a pedido de los vecinos.
Rápidamente los videos circularon y el frenesí interpretativo –aunque la palabra quede grande– explicó lo sucedido en la Aguada de dos formas: como una celebración colorida hacia los trabajadores de la salud que demostraba la unión en momentos de incertidumbre, o bien, como un estallido irreflexivo que pone en evidencia la poca conciencia de las masas. Ambas lecturas, descriptivas y afirmativas, aunque opuestas entre sí, devoraron el acontecimiento y lo redujeron a una proyección de telón de fondo.
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Si hay algo que caracteriza a este momento histórico es su re-transmisión. A tal punto lo que ocupa no es lo que está-sucediendo, sino lo que se está-transmitiendo, que lo transmitido se vuelve simulacro. Byung-Chul Han, en el citado texto, considera que este estado de excepción está dominado por una biopolítica digital. Si China pudo contener la propagación del virus, fue gracias al control y vigilancia de cada uno de los habitantes a través del bigdata, algo que todavía genera resistencia en Europa, según el filósofo.
El aislamiento social y la cuarentena son escenarios ideales para manifestaciones ciudadanas regidas por imágenes manipuladas, frases hechas y convocatorias a levantamientos virtuales. También, para la violencia que se ejerce hacia niños y mujeres en hogares a puertas cerradas y para todas las violencias que a diario sufren quienes están al margen de la historia mientras no son productivos. Por eso, “la disuasión es la violencia neutralizante de los sistemas. No existe ya ni un sujeto privilegiado, ni un adversario de la disuasión, se trata de una estructura planetaria de anonadamiento de opciones”.8 Para que no queden solamente espectadores virtuales del violento juego de la guerra contra el virus, del reality show de mapas con puntos expansivos, del porno gratuito por un mes y de la subversión como espectáculo, es necesario insistir con la construcción de sujetos políticos.
Lo que sucedió en la Aguada el fin de semana, los tejidos de cuidado en los barrios, las maestras en las escuelas dando alimento, las ollas populares, la Universidad pública, la defensa del saber situado y las redes de contención hacia mujeres no son una producción para redes sociales e informativos.
La economía mundial está quebrada y los países del Sur global serán el foco crítico de la pobreza. Tal vez sea buen momento para preguntarnos cómo serán otras formas de comunidad y recuperar el lenguaje capturado por el cinismo.
1. Original disponible en ‹https://www.quodlibet.it/giorgio-agamben-l-invenzione-di-un-epidemia›.
2. Original disponible en‹https://www.versobooks.com/blogs/4603-capitalism-has-its-limits›.
3. Original disponible en‹https://www.rt.com/op-ed/479970-coronavirus-china-wuhan-hysteria-racist/›.
4.Original disponible en‹https://www.rt.com/op-ed/481831-coronavirus-kill-bill-capitalism-communism›.
5. Disponible en‹https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html›.
6. Disponible en‹https://www.laizquierdadiario.com/Politica-anticapitalista-en-la-epoca-de-COVID-19›.
7. Disponible en‹https://txt2020.blogspot.com/2020/03/virus-virus-sandino-nunez.html?fbclid=IwAR1Uyz6p3O_7nshlzrbtCmhICbCdp81kn9WVuK4flk5mXoaouVLGxsjSrgg›.
8. Baudrillard, Jean. Cultura y Simulacro. Barcelona: Kairós. 2012. Pág 66.