Más de seiscientas trabajadoras sexuales de todo el país pidieron una canasta alimenticia al Mides para parar la olla en tiempos de cuarentena voluntaria, cierre de whiskerías y presencia de la Policía en la esquina. Son jefas de hogar con niños a cargo y, sin trabajo, no saben cómo pagarán el alquiler. Mientras la emergencia sanitaria se profundiza, en los sectores de la economía informal quedan a la intemperie las vidas precarias.
Hace tres
semanas que no tienen clientes. Muchos, mayores de 60
años, ya no van al boliche por una copa ni por ellas. A los pocos días de que
el gobierno nacional recomendara el aislamiento físico para evitar la
propagación del coronavirus, las trabajadoras sexuales se quedaron sin
ingresos, sus hijos sin comida y posiblemente sin vivienda, por no poder pagar
e...
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