Pese a sus antecedentes por irregularidades en los servicios de sangre que dirigió en el ámbito privado y a las múltiples denuncias en su contra de estudiantes, colegas y pacientes, Ismael Rodríguez Grecco fue reelegido como único profesor grado 5 de la cátedra de Hemoterapia y Medicina Transfusional de la Udelar. La versión taquigráfica de la sesión del Consejo de la Facultad de Medicina revela la preocupación de sus integrantes por el perjuicio a la imagen de la Udelar.
La sangre no se compra ni se vende, pero producirla tiene costos y en torno a eso hay una industria poderosa. En general, a menos que alguien requiera de una transfusión o sea paciente hemofílico, a nivel público pocos son conscientes de la importancia de que la máxima autoridad académica en hemoterapia y medicina transfusional sea intachable.
El hemoterapeuta Ismael Rodríguez Grecco fue despedido del Casmu por “notoria mala conducta”, expulsado como socio capitalizador y denunciado en el Tribunal de Ética del Colegio Médico del Uruguay tras detectarse múltiples irregularidades en su gestión como jefe del centro de sangre de la mutualista. Todavía se expone a una demanda penal. A raíz de esto, también Casa de Galicia le retiró la confianza, le instruyó un sumario y acabó despidiéndolo como jefe de similar servicio. La Sociedad de Hemoterapia e Inmunohematología (Shiu) lo denunció en la Facultad de Medicina por obstaculizar la formación de posgrados en trasplante de células madre –entre otras cuestiones académicas– y en el Ministerio de Educación y Cultura por presuntas irregularidades en el armado de la lista que el catedrático encabezó para las elecciones de diciembre de 2018. La asociación de pacientes hemofílicos lo ha acusado de malos tratos y de resolver terapias de forma arbitraria. La Asociación Uruguaya de Técnicos en Hemoterapia sostiene que el catedrático acosa “sistemáticamente” a los trabajadores “en todos los lugares donde se desempeña”. El Tribunal de Ética del Colegio Médico lo sancionó con “una advertencia” por hablar mal del director del Hemocentro de Maldonado, Jorge Curbelo, en el marco de un conflicto con esa institución. En ese contexto, la Administración de Servicios de Salud del Estado suprimió el cargo que le había creado –a raíz de un conflicto anterior– como coordinador de la red de bancos de sangre del país (Hemored) y lo trasladó al Ministerio de Salud Pública, donde actualmente trabaja como asesor.
Todo sucedió en los últimos tres años. Sin embargo, el 17 de junio la mayor parte del Consejo de la Facultad de Medicina reeligió a Ismael Rodríguez como único profesor titular grado 5 de la cátedra de Hemoterapia y Medicina Transfusional. Ocho de los 11 miembros presentes en el momento de la votación consideraron que esas situaciones –casi todas consignadas por este semanario desde 2017– no hacen mella en los requisitos exigidos para desempeñarse en el cargo.
INOCULTABLE. La mayor parte del Consejo basó su decisión en dos informes “buenos”, según consta en la versión taquigráfica de la sesión (acta preliminar número 84), a la que Brecha accedió extraoficialmente. Uno es el reporte sobre logros académicos que el propio catedrático presentó en la Comisión de Estructura Docente, que esta derivó al Consejo con opinión favorable a la reelección por un período completo, de cuatro años. El otro es el relevamiento hecho por una comisión ad hoc que se votó en abril, cuando algunos consejeros advirtieron que el informe de la Comisión de Estructura Docente no contemplaba ni las denuncias planteadas por la Shiu al decano ni la compleja situación del profesor en el ámbito privado (véase “Corre sangre”, Brecha, 12-VI-20). Los resultados finales del trabajo de la comisión ad hoc –integrada por los consejeros Raquel Ballesté, Agustín Haller, Matías Mereles y Franco Tourn– se analizaron en los minutos previos a la votación de la reelección.
En principio, el grupo puntualizó que se abocó a relevar “la situación de la cátedra de Hemoterapia”, con énfasis en presuntas irregularidades sobre la trazabilidad de la sangre manejada en el hospital universitario. “Cuando empezamos a trabajar, nos preocuparon muchísimo las denuncias de Brecha, que involucraban públicamente a la dirección del Hospital de Clínicas y al hospital en sí mismo al decir que desde la cátedra se derivaban volúmenes de sangre de una institución a otra, es decir, que había un tráfico de sangre. Vimos que eso no era así y que es prácticamente imposible hacerlo, porque tendrían que estar involucrados muchísimos actores, entre ellos, algunos que trabajan en el Hospital de Clínicas”, expuso la doctora Raquel Ballesté.
Sin embargo, la consejera del orden docente se equivocó. Este semanario informó todo lo contrario. Según la auditoría hecha por Feldman & Asociados en el Casmu, bajo la jefatura de Rodríguez Grecco, el Casmu derivó volúmenes hacia el hospital universitario (que no cuenta con suficientes donantes para autoabastecerse) sin cobrarle los costos de extracción y procesamiento de la sangre aportada. El semanario también señaló que, de acuerdo a reportes oficiales sobre la actividad del sistema nacional de sangre, en 2016 el Clínicas incumplió la normativa que obliga a registrar las transfusiones –en ese año no figura ninguna–. La falta de registros no sólo impide conocer el origen de la sangre transfundida: también imposibilita que las instituciones que la proveen por la red de intercambio facturen los costos de extracción y procesamiento (véase “Lazos de sangre”, Brecha, 27-IX-19). Vale recordar, además, que los colaboradores directos de Rodríguez Grecco en el Casmu también estuvieron involucrados en las irregularidades confirmadas por Feldman & Asociados: uno de estos profesionales renunció cuando comenzaron a investigarlo y la otra fue despedida. Ambos siguen siendo sus colaboradores en la cátedra, pero la comisión ad hoc nunca analizó los resultados de la auditoría del Casmu.
El documento que llegó a todo el Consejo –al que Brecha accedió– es un texto en Word que no está membretado, no presenta conclusiones ni lleva la firma de sus autores. Adolece de la profundidad y la precisión que requería la instancia –no sólo porque se centra en la versión de la cátedra y del Servicio Nacional de Sangre, sino porque basa algunas afirmaciones en datos incompletos–. Ejemplo de esto es el párrafo relacionado con la cantidad de donantes del Clínicas: “El Servicio de Hemoterapia recibió en el 2018 y 2019 … y donantes respectivamente. Si comparamos este número con años anteriores se puede observar el aumento progresivo en el número de donantes en los últimos años, aumentando un % del 2015 a la fecha. La mejora se logró cambiando el perfil de donante que de reposición se convirtió en donante voluntario a través de las jornadas extramuros” (sic). Algunos consejeros pidieron asesoramiento a la Shiu para entender mejor el reporte, y la respuesta fue lapidaria en cuanto a la falta de rigor y las impresiones del relevamiento. Sin embargo, el punto de vista de la sociedad tampoco fue considerado.
COMO UN DECIR. Pese a la precariedad del informe sobre “la situación de la cátedra”, el consejero del orden docente, Humberto Prinzo, propuso darlo como bueno no sólo para reelegir a Rodríguez Grecco, sino también para limpiar la imagen de la facultad ante la opinión pública:
—Con este informe hay que transmitir un mensaje claro a todos. Lo planteo porque la cátedra está siendo muy manipulada por lo que surge en la prensa, y también [lo está siendo] el prestigio de la Universidad y el de quienes trabajan en el Hospital de Clínicas –sugirió.
Pero el estudiante Franco Tourn, miembro de la subcomisión, le salió al cruce:
—Si se quería dar un mensaje claro, hubiésemos votado una auditoría o una comisión investigadora integrada por especialistas en el tema, que investigara seriamente. […] Ninguno de los compañeros que estamos aquí tenemos los conocimientos técnicos como para evaluar si el funcionamiento de la cátedra fue bueno o malo. Evaluamos una situación concreta, la trazabilidad, y que no hubiera un tráfico, entre comillas, de sangre. No me vengan a dar gato por liebre.
—No creo que debamos decir que la cátedra funciona bárbaro –ensayó la docente María Noel Álvarez–. No es esa la idea. Lo que podemos resolver es que del informe no surgen elementos que avalen las graves denuncias realizadas públicamente sobre la trazabilidad de la sangre.
—Hay que decir que la trazabilidad en el manejo de la sangre se ajusta a las normas nacionales e internacionales, sin entrar en nada subjetivo –recomendó el doctor Walter Alallón, del orden de egresados.
—Se podría decir que en este momento no encontramos elementos de sospecha como para decir que algo está mal. Eso dejaría abierta la posibilidad para que en el futuro este tema sea tratado por una comisión investigadora –acotó el docente Juan Dapueto, suplente de Julio Vignolo, quien se excusó de participar porque también se desempeña en el Colegio Médico.
Por mayoría, de nueve en 12, se resolvió “dejar constancia de que del informe no surge la existencia de irregularidades en el manejo del sistema de extracción de sangre”. Finalizada esta discusión, los consejeros se aprestaron a considerar la reelección. Entonces, el doctor Yamandú Bermúdez, del orden de egresados, ofreció una exhaustiva recopilación de los cuestionamientos y las denuncias sobre la conducta de Rodríguez Grecco dentro y fuera del ámbito académico. Pero su exposición no hizo mella: el consejero estudiantil Matías Mereles fue el único que retrucó y atribuyó parte de los antecedentes a un “problema de relacionamiento entre las personas, que no debe ser incluido” en la decisión. Para sortear los desacuerdos, Mereles propuso votar una reelección acotada:
—Hay elementos que ameritan un llamado de atención –argumentó.
De inmediato, el decano Martínez sugirió votar la reelección por tres años, aunque Bermúdez quiso continuar su exposición:
—Tengo más elementos para agregar, relativos al Casmu y a Casa de Galicia. Fue echado del Casmu, lo que es gravísimo.
—Estamos aplicando el reglamento, y hay una moción de orden en el sentido de cerrar la lista de oradores y pasar a votar –sentenció Martínez.
—Pero quisiera agregar algunos elementos –rogó Bermúdez.
—Se va a votar si se cierra la lista de oradores y se pasa a votar –tronó el decano.
No obstante, el intento de cerrar las intervenciones naufragó, y el profesor Dapueto intervino para abrir el paraguas:
—La reelección del profesor Rodríguez es muy problemática, no sólo porque tenga problemas de relacionamiento. Hemos reelegido a muchos docentes con problemas de relacionamiento. En este caso, la dificultad para reelegirlo tiene otro peso. Eso no lo podemos ocultar. Con esto no estoy diciendo que no se lo reelija en forma acotada, pero debemos tener en cuenta que estamos reeligiendo a un docente muy problemático, y lo que nos van a preguntar los periodistas es por qué se reeligió a alguien que tiene todos estos cuestionamientos que acaban de expresarse. Debemos tener claro en función de qué lo reelegimos. La respuesta puede ser que descartamos todo lo que no sea información propia de la institución y que lo que hacen afuera no nos importa. También podemos decir que se estudió lo que hizo afuera y se le restó relevancia, o podemos ensayar cualquier otra respuesta.
El profesor Juan Riva consideró que votar una reelección por tres años, con un seguimiento del Observatorio de Conductas Profesionales y un informe periódico para el decano, sería suficiente para superar los “graves problemas de relacionamiento” en la cátedra. Pero el estudiante Tourn volvió a la carga:
—Tenemos sobre la mesa elementos suficientes para no reelegirlo. Todas las cuestiones que implican al doctor Rodríguez le generan un desprestigio gigante a la Udelar y a la Facultad de Medicina como institución. Tener esa clase de docentes representando académicamente un área del conocimiento nos parece inaceptable –descerrajó.
Dapueto, Toun y Bermúdez fueron los únicos que se expidieron en contra; la doctora Ballesté salió del recinto poco antes de la votación. La reelección acotada, por tres años, se fundamentó en un fallo del Tribunal de Ética del Colegio Médico que, en 2018, amonestó al catedrático con una “advertencia” en el marco del conflicto con el Hemocentro de Maldonado. Con el ánimo de superar “el grave problema de relacionamiento del profesor con las distintas instituciones donde ejerció la especialidad”, el profesor Juan Riva propuso que el Observatorio de Comportamientos Profesionales haga un seguimiento y emita “informes periódicos” para el decano. Y se liquidó el entuerto.