Yo benzo el cobrero y las tormenta, el estómago caído y los empache… También benzo, con brasa, los quebrante. Prendo un carbón en la cocina: «María, yo te parí y con Dios te criaré; si tienes quebrante, aire, asoleo, dolor de oído, todo eso, yo te curaré. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén».
Las vecina me traen los gurí para benzer. Dicen que tengo mano.
Cuando viene tormenta, salgo con un cuchillo y hago tres cruz en el aire: «San Bento, san Bento, corto agua, corto vento. Que se vaya lejos, donde no haiga ganado ni haiga gente». Hago eso tres vez. Es efectiva efectiva. Pero hay que cortar antes que la tormenta llegue.
¿Usté quiere aprender a benzer? Pregunte para una abuela. ¿Vio que las abuela son la parte del mundo que queda más cerca? El otro día, apareció mi nieta, las mano llena de verruga. Yo le dije que, durante siete viernes seguido, contara siete vez siete, de atrás para adelante, mirando la luna. «No vayas olvidarte ni un viernes, si no, no hace efecto»..Mi nieta fue y hizo, y cuando se dio cuenta, ya no tenía ni una verruga.
Todos podemo benzer, porque es energía de uno que pasa para el otro.
¿Cómo aprendí? ¡Ah, m’hija… de tantas que pasé! Cuando mi hijo nació, al mes, yo impecé darle la mamadera, pero él tomaba y vomitaba. Cada vez que tomaba, venía aquel eructo y la leche saltaba lejos. Llevé en el hospital, mas no adiantó. Istuvo un mes y medio así. Yo ya me istaba poniendo mal porque él ía enflaqueciendo. Intonce, mi suegra me dijo: «Vamo en doña Clara».
Cuando llegamo en su casa, ella istaba barriendo el frente. Nos vio y dijo: «Yo no atiendo hoy porque es jueves». Mi suegra le dijo: «Pero vea cómo istá este angelito». Ella se acercó y miró. Bueno, pasen. Doña Clara lo benzió y me dijo: «Este niño tiene frío en el estómago. Cuando lleguen en su casa, mientras una frita manzanilla en un sartén, la otra va calentando un pañal con la plancha. Después, van y pasan la manzanilla en cruz, en la boca del estómago y ponen el pañal arriba».
Na volta, compramo la manzanilla y hicimo todo lo que nos tenía dicho. Sólo una vez vomitó después de eso y nunca más. La famosa doña Clara me lo salvó. ¡Sí, señor! ¡Creer o reventar!
Mire, m’hija, la benzedura viene de milenios. Todos tenemo el don, porque istamos carregados de energía. Unos más que otros. Pero hay que tener fe, porque con fe y voluntad de sanar al otro es que transmitimo nuestra energía. Y el que va recibir también tiene que creer para que haga efecto. Si no, no adianta.
Usté, que tiene gurisa chica, va y le enseña este rezo: «Dios te salve, luna nueva. Dios te salve san Vicente. Me da luz para mis ojo y salú para mis diente». Hay que hacer tres vez en cada luna nueva, y va ver como nunca más van sufrir dolor de diente. Pero tiene que ser después que cambien los diente de leche.
Para los globito en el ojo, orzuelo, le dicen, usté agarra un cuchillo, lo deja en el rocío y durante tres día pasa en cruz arriba del ojo. ¡Santo remedio! Para la erisipela, se agarra tres ramita y se remoja en una palangana con agua. Despós se pasa en cruz y se dice: «¿Qué hay por la? Hay fogo y erisipela brava. ¿Con qué se cura? Agua da fonte y rama du monte. En nome du Pai, du Filho y du Espíritu Santo. Amén». Durante tres día. Se va cambiando el agua de la palangana y se va usando una ramita distinta. La rama que se use, hay que atirar. Si en tres día no se mejora, se hace tres día más.
Para el cobrero se agarran tres ramitas juntas, se las moja y se las golpea, así, suavecito, en el lugar del cobrero, y con una tijera se hace tres corte en las rama y se va diciendo: «Corto cobrero bravo, de araña, de hormiga, de cobra, de rana. Eso mismo… de todo bicho que anda, que arrastra, que avoa, que caminha». Se hace tres vez y se deja las ramita cortada en el suelo para que sequen. Se deja la tijera abierta arriba de la boca del vaso. Al otro día, se cambia el agua y se agarra unas ramita nueva. El agua se tira en una canaleta, para que corra y se vaya, no puede quedar istancada.
¿No le pasó que una de sus hija tuviera el ombliguito saltado? La más chica mía, sí. Yo le medí, del dedo gordo del pie hasta el talón, con una tirita de carne roja, después puse la tirita de carne en un palito y clavé en un hormiguero. Cuando las hormigas taparon el palito, el ombligo se curó.
La benzedura es un don que nos dan de gracia y de gracia tenemo que dar. No podemo cobrar ni pedir nada a cambio.
¡Ah… antes que usté se vaya! Me faltó enseñar la benzedura más simple, la que usan todas las madre. Cuando el hijo se cae y viene llorando, uno va y hace una cruz arriba del golpe y dice: «Sana que sana, culito de rana. Si no sana hoy, sanará mañana». ¡Pronto! La energía de la madre pasa para el hijo y ya está.
1. Estas benzeduras me las enseñaron: Ana Balbuena, Luisa Bidegay, Juana Brites, Eva Couto, Élida Silva y Myriam Soravilla.