Hasta ahora se señalan dos etapas en la historia de la epidemia de covid en Uruguay. En 2020, el pequeño país era reconocido mundialmente por su buen manejo epidemiológico. Tardaron en llegar las vacunas, pero la cepa P1 (o Gamma, según la nueva nomenclatura) tampoco había cruzado la frontera. Aun así algunos expertos ya advertían que era inminente una ola importante de contagios. La segunda etapa es la que parece estar concluyendo, la etapa en que el Ministerio de Salud Pública (MSP) abandonó el rastreo del nexo epidemiológico, pues los contagios superaron los 1.500 por día, mientras el promedio de fallecimientos rondó los 50 diarios. Pero la tormenta da señales de amainar. Consultado por este semanario, el intensivista Arturo Briva observó que los números «parecerían estar bajando» y que la vacunación estaría empezando a surtir efecto, aunque todavía queden factores por evaluar. «Al empezar a ver una reducción en los ingresos [a CTI] en un momento de alta movilidad en la sociedad, tengo que pensar que el jugador que está haciendo efecto es la vacuna», razonó el intensivista y explicó que la inoculación no solo baja el número de ingresos a medicina intensiva, sino también la gravedad de los casos, aunque «todavía estamos en el primer capítulo», advirtió. Resta hacer una evaluación rigurosa de los perfiles de los pacientes ingresados y de la cantidad de personas que requieren ventilación, que, según esta lógica, debería también comenzar a disminuir.
Ante estas halagüeñas noticias, el miércoles 16 de junio, luego de una reunión con el presidente de la república, Luis Lacalle Pou, el coordinador general del grupo, Rafael Radi, explicó en una improvisada y breve rueda de prensa que el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) llegó a su fin. «Se cumplieron 14 meses del grupo. Estamos cerrando la actividad en este momento y los anuncios los hará [el vocero presidencial] Aparicio Ponce de León», declaró el coordinador.
Los integrantes del grupo consultados por Brecha coinciden en que el GACH fue concebido desde el comienzo como una estructura transitoria y que, dentro de tanta incertidumbre, su final era lo único inminente. «Al principio, muchos preguntamos hasta cuándo íbamos [a asesorar] y en ese momento hablábamos de cuatro meses, así que imaginate», declaró, por ejemplo, la pediatra Mónica Pujadas, quien también refirió que en reiteradas ocasiones se discutió acerca del momento adecuado para su cierre. Para la pediatra, «hasta que estuviera presentada toda la línea de conocimientos que pudiera sustentar las decisiones [del gobierno] en un sentido u otro, era indispensable nuestra participación». En esta misma línea, el infectólogo Álvaro Galina declaró que «el GACH dio lo que tenía que dar, aquello para lo que fue creado. Nunca nadie pretendió decir: “Nosotros nos quedamos y dirigimos esto”». Por otro lado, otras fuentes del grupo afirmaron que el criterio era que «una vez que la campaña de vacunación estuviese avanzada y el número de casos estuviera bajando o controlado, el GACH ya no tendría razón de ser». También aseguraron que Radi comenzó la penúltima reunión plenaria del grupo con esa precisa afirmación, pero por más que en ese momento la vacunación estaba encaminada, los casos aún no descendían, que es lo que sí parece estar ocurriendo hoy.
LUNA DE MIEL
El GACH fue convocado el 16 de abril de 2020, casi un mes después de constatados los primeros casos de coronavirus en el país. Según narró Pujadas, la iniciativa de crear este grupo surgió del Poder Ejecutivo. Lacalle Pou convocó directamente a Radi por sugerencia de sus asesores. «Radi le solicitó que lo dejara pensar un poco. Desde el inicio, la propuesta fue que fuera un grupo técnico, asesor y honorario», explicó la médica. Una vez aceptada la propuesta, fue el propio Radi quien convocó a los demás coordinadores del grupo, el matemático Fernando Paganini y el médico Henry Cohen, para así «tener un brazo médico y otro que se encargara de los datos».
A partir de ese momento, el coordinador general convocó al resto del equipo, que comenzó siendo de 55 personas, pero que con el tiempo fue sufriendo altas y bajas. La dinámica de trabajo fue por grupos, donde se generaron equipos especializados en datos, en atención primaria y otros de especialistas, como pediatras, intensivistas y gerontólogos. Independientemente de estos grupos, que trabajaron en forma regular analizando la información inherente a su área, existió un trabajo transversal, llevado adelante en conjunto, para la elaboración de determinados informes que fueron entregados a Presidencia y puestos a disposición de la sociedad, según explicó Pujadas. Durante los 14 meses que el GACH estuvo activo, los coordinadores del grupo mantuvieron reuniones semanales con un equipo articulador con el Poder Ejecutivo denominado Transición Uy, coordinado por el director general de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Isaac Alfie, e integrado por el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, Hugo Odizzio (presidente del Banco de Previsión Social), Gonzalo Baroni (director de Educación del Ministerio de Educación y Cultura) y Roberto Lafluf, publicista que asesora a la Presidencia. «El presidente asistió múltiples veces» a esas reuniones, señalaron otras fuentes, declinando especificar su número.
Aunque 2020 culminó con un total de 181 muertes por la enfermedad y poco más de 500 casos diarios, las proyecciones que venía elaborando el grupo no auguraban cosas buenas. Sin embargo, el 30 de diciembre Lacalle Pou transmitió un mensaje de fin de año a la población a través de su cuenta personal de Instagram en el que se manifestaba esperanzado en que, como consecuencia de algunas medidas tomadas y mirando los números de ese entonces, parecería ser que «no vamos a llegar a aquellas gráficas [alarmantes] que marcaban a [sic] fin de año» y en que «aquello [de] que los uruguayos les iban a ganar a las matemáticas quizás se logre en estos tiempos». Luego, en la conferencia de prensa brindada por el Poder Ejecutivo el 6 de enero, ante la pregunta sobre el significado de la disminución de la cantidad de testeos y el simultáneo aumento del número de casos, el mandatario aludió a la «famosa [tasa de] positividad». Aunque aseguró que comprender ese indicador es «mucho más simple de lo que parece», descartó explicarlo e invitó a los periodistas a profundizar sobre el tema «con Alfie, que tiene un estudio acabado». En definitiva, la explicación oficial sobre la disminución del número de test fue que había menos demanda de estos. Una semana después de estas declaraciones, Uruguay alcanzó su pico de casos hasta ese momento, con 1.200 positivos. Consultados por Brecha, integrantes del GACH afirmaron quefueron estas declaraciones las que marcaron el primer punto de inflexión en su relación con el gobierno.
Bajo estas preocupantes circunstancias, en diciembre y febrero el Observatorio Socioeconómico y Comportamental presentó ante el grupo dos reportes que analizaban las variables socioeconómicas y la relación entre movilidad de la población y desarrollo de la pandemia en Uruguay y países comparables. Ambos concluían que los uruguayos ya no disponían de recursos para enfrentar nuevas restricciones si no se las acompañaba de ayudas estatales mucho más relevantes que las definidas hasta entonces y que, a la vez, visto lo observado en países comparables, serían indispensables nuevas restricciones si quería evitarse que la epidemia se saliera de control. Coincidentemente, el 7 de febrero el GACH dio a conocer el informe donde explicó que, de no tomar medidas que bajaran severamente la movilidad, los contagios serían imparables. El grupo advertía «un aumento de los casos en el futuro inmediato, sin que sea posible predecir el momento ni la magnitud», pero el gobierno decidió no escuchar las recomendaciones (véase «Yo te avisé», Brecha, 19-III-21).
La epidemia siguió su curso y la tendencia ascendente de la curva se pronunciaba más día tras día, pero desde la coordinación del GACH siempre se intentó calmar las aguas y no dar declaraciones polémicas que pudieran «politizar la pandemia». «Algo que fue muy explícito por parte de algunos participantes del grupo en particular fue cuidar que el tema no se “politizara”, porque, si no, perdíamos todo», explicó a este semanario Matías Arim, quien dejó el grupo en diciembre de 2020. A pesar de ese afán de no enredar la gestión de la pandemia en polémicas partidistas, Radi fue contundente ese marzo, cuando el gobierno hizo un drástico recorte en el presupuesto a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. En aquel entonces, en entrevista con M24, el coordinador tildó la situación como «muy preocupante» y agregó que «tiene que haber señales de que [la ciencia] es un área que se va a priorizar» (véase «No innovarás», Brecha, 5-III-21).
QUÉ LÁSTIMA, PERO ADIÓS
A finales de marzo y con un promedio semanal de 2.200 casos positivos, Radi también señaló en una entrevista con Telemundo que, respecto a la epidemia, el país atravesaba su momento más crítico. En esa ocasión, el coordinador habló nuevamente sobre las medidas «plenamente vigentes» propuestas en el documento de febrero y remarcó que, de todas ellas, el gobierno había implementado las menos restrictivas. Radi dijo ser consciente de que esas medidas tendrían impactos negativos en los sectores más vulnerables, pero advirtió que, «con el diagnóstico de hoy, no podemos sostener el aumento permanente de este número de casos, porque necesariamente nos vamos a dar contra una pared». Fue ahí que habló por primera vez sobre «blindar abril», para así llegar al invierno con la epidemia bajo control. Abril pasó, vino mayo y el 27 de ese mes Radi declaró al semanario Búsqueda que el país había fallado en esa tarea y subrayó que ya el 8 de abril había advertido al gobierno que era necesario asumir que podría ser necesario «apagar la [llave] general», haciendo una clara referencia a la metáfora de las «perillas» a la que el gobierno acude habitualmente para explicar su gestión de la crisis sanitaria.
Desde que asumió como presidente, Lacalle Pou ha brindado numerosas conferencias de prensa, tanto formales en la Torre Ejecutiva como breves e improvisadas en el curso de alguna recorrida. Pocas veces se lo ha visto, sin embargo, en entrevistas mano a mano. La última fue la que concedió el 1 de junio al informativo Subrayado, de Canal 10, donde se extendió por más de una hora. En dicha entrevista, el presidente dijo haber tomado «24 y medio» de las 27 medidas propuestas por el GACH en el informe de febrero. A su vez, ante la pregunta de la periodista Blanca Rodríguez sobre si consideraba apropiado aplicar medidas drásticas de reducción de la movilidad durante tres semanas, el mandatario dijo no creer que funcione un lockdown.
Según constató Brecha, estas declaraciones generaron inconformidad en algunos integrantes del grupo asesor. Uno de ellos expresó a este semanario que «no es un tema de creer o no, la evidencia específica está y si el presidente considera que no se tiene que tomar esta medida, está en su derecho, es el gobierno y tiene que gobernar», y manifestó preocupación ante este tipo de comentarios. Además consignó que la cantidad de medidas que el presidente dijo haber tomado «no es real» y que las cuentas que saca para llegar al 24 y medio «no dan por ningún lado».
POR LA PUERTA GRANDE
El cierre de las actividades del grupo asesor ya fue anunciado por sus protagonistas. Seguido de esto, el presidente de la república expresó en rueda de prensa que el 8 de julio habrá un homenaje al grupo en el Auditorio Nacional del SODRE. A su vez, se dio a conocer la noticia de que El País presentará el libro Todo un país detrás, de autoría del periodista Pablo Cohen, que relatará, «por primera vez, el extraordinario trabajo que el GACH ha llevado adelante» y contendrá entrevistas inéditas a sus tres coordinadores, al presidente y al secretario de Presidencia. El libro incluirá también textos del expresidente Julio María Sanguinetti y del historiador Gerardo Caetano, una reunión algo sorprendente que parece destinada a subrayar la unanimidad nacional a la que se evoca también en el título.
Sin embargo, según pudo saber Brecha, ni siquiera entre los integrantes del grupo hay unanimidad sobre las razones que determinaron su disolución. Pujadas, por ejemplo, comentó que siempre se sintió «muy respetada» por las autoridades y subrayó que «la ciencia nunca había sido tan escuchada como en este gobierno», aunque admite haber percibido cierto «tironeo» cuando el tema «se polarizó en cuanto a lo político-partidario». Otras fuentes, aunque aceptan que el grupo ya ha brindado al gobierno todas las herramientas que podía ofrecer y que la evolución de la vacunación hace propicio el momento, señalan que «la información siempre llegó al Ejecutivo, pero desde allí se decidió priorizar otros aspectos que terminaron de marcar el fin del ciclo». Otros añaden que en los últimos tramos el gobierno dio «un paso más allá» al hacer determinadas declaraciones.
Pero la autocrítica también tuvo lugar en las conversaciones. Varios entrevistados se cuestionaron si como grupo habían logrado comunicar claramente a los uruguayos la gravedad de la situación, así como también se preguntaron si lograron transmitir cuál era el rol específico que tenía el grupo asesor. Otros señalaron que el Ejecutivo tampoco comunicó siempre de la mejor manera: «Si el presidente el día que da los anuncios de las primeras medidas aparece en un asado, eso da una imagen de que está todo bien, entonces no se logra transmitir la gravedad de la situación. Creo que hubo muchas fallas en todos los niveles», declaró uno de los entrevistados.
Una alta fuente del grupo, consultada sobre si la retirada del GACH en este momento –mientras avanza el discurso de que la epidemia está retrocediendo– podría generar una falsa idea de que el partido está ganado y esto derive en que se abandonen precauciones que deben mantenerse, respondió que el riesgo es real y que por eso el grupo trabaja en un informe final que contendrá un nuevo diagnóstico y un análisis de las perspectivas. Sobre el hecho de que diversos sectores extreman la presión para que se les autorice la actividad plena y si esto no hace necesaria la continuidad del grupo para protocolizar un camino de retorno sensato, la fuente señaló que, «salvo un cambio brusco de la situación» (caso en el que se activaría el famoso teléfono rojo), esto quedará en manos del MSP y la OPP. Otra tarea que el grupo aún realiza es una síntesis de los informes presentados dirigida a que públicamente se conozcan los contenidos de los pronunciamientos que realizó a lo largo de su trayecto.
Desde el punto de vista del exrector de la Universidad de la República Rodrigo Arocena, «el Uruguay entero le debe un homenaje a la ciencia nacional y al personal de la salud», pero subrayó que «el mejor homenaje que podría brindar Presidencia es hacerles caso». Consultado por Brecha,el matemático reconoció que «fue un acierto del gobierno recurrir a la ciencia», valoró que entonces el gobierno «se encontró con que existía una comunidad científica extraordinaria», pero observó que en los momentos más críticos, a principios de este año, el Ejecutivo dejó de escuchar sus recomendaciones y «los mandó al banco». Para Arocena, «cualquier gobierno de alto nivel hubiera reconocido que se estaba equivocando».
Con un aparente retroceso de la pandemia, el grupo asesor y el Poder Ejecutivo se despiden con un saludo cordial, con indicadores que, tal vez, sean el principio del fin de una epidemia que va dejando, al día de hoy, más de 5 mil fallecidos y 100 mil nuevos pobres. Sin embargo, parecería ser que la historia que los uruguayos conocen es solo una parte de lo sucedido en esa relación.
Los muertos de colonia valdense
El Estado uruguayo fue demandado ante la Institución Nacional de Derechos Humanos por familiares de personas discapacitadas que fallecieron en el Hogar Sarandí de Colonia Valdense, por un supuesto incumplimiento con el cronograma de vacunación contra la covid-19.
Según publicó la periodista Catalina Helbling en Sala de Redacción, el Hogar Sarandí es un «establecimiento de larga estadía para personas mayores» (Elepam) y cuenta con la habilitación del Ministerio de Salud Pública (MSP) «desde hace mucho tiempo». Este tipo de establecimiento había sido priorizado en el plan de vacunaciones y, según relató a Sala de Redacción la directora del hogar, autoridades del MSP habían prometido que a mediados de marzo se les proporcionaría –al igual que al resto de los Elepam del departamento– la vacuna del laboratorio Pfizer-Biontech, pero esta promesa nunca se cumplió.
Fue a través de un mail que la Dirección Departamental de Salud de Colonia se disculpó con el centro e informó que «se había hecho todo lo posible», pero el Área de Inmunizaciones del MSP no autorizó la vacuna para el hogar, que esa área consideraba como «establecimiento de salud mental», desconociendo su verdadera categoría. Finalmente, el 19 de abril los residentes fueron inoculados con la vacuna Sinovac, pero ese mismo día se constató el primer caso positivo de coronavirus. Todos los residentes a excepción de uno, así como el cien por ciento de los trabajadores se contagiaron, lo que resultó en un total de cinco muertes entre los habitantes del hogar, además del deceso de la nurse en jefe, de 34 años. Según relata Sala de Redacción, en la denuncia se destaca que los afectados no recibieron «justificaciones creíbles» sobre el retraso en la inoculación y el cambio de vacunas.