Luego de varias postergaciones de su estreno por variadas causas, que incluyen la pandemia y lamentables daños por inundación, El Galpón pudo poner en escena su versión de Hamlet, con la dirección del argentino Marcelo Díaz. La institución ya había solicitado al director otras puestas, como el montaje de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, en la celebración de sus 70 años, y la creación colectiva Unterwgs-En el camino, en 2019, coproducción con el teatro Pfütze de Alemania –Díaz se radicó en España, pero ha llevado adelante su mayor actividad en ese país.
Continuando en la línea de un montaje de carácter coral con una fuerte impronta visual, el director se propone presentar una versión contemporánea del clásico de Shakespeare, que cuenta con la dramaturgia de Bernando Trías. La difusión del espectáculo adelanta que la versión pretende ser una respuesta a la situación política de nuestra América Latina, aunque la propuesta final trasciende cualquier referencia local. Mientras ablanda el verso shakespeariano con un lenguaje más actual, Trías resume algunos personajes, actualiza sus nombres y juega a modificar algunos pasajes del desenlace. Sin embargo, resulta acertado afirmar que la versión respeta bastante el original.
El montaje se destaca en el trabajo de los roles técnicos. Hay un cuidado vestuario a cargo de Nelson Mancebo –que nos acerca al hoy– y un importante diseño de escenografía de Dante Alfonso, que otorga el dinamismo necesario para que sea posible sostener más de dos horas de obra. Por su parte, la iluminación, a cargo de Eduardo Guerrero, y el diseño sonoro, de Carlos da Silveira, ayudan a profundizar la atmósfera de intriga.
Este Hamlet, encarnado con la potencia y los matices que el personaje exige por Rogelio Gracia (recordemos sus interpretaciones en Tom Pain (basado en nada) y Final de partida, entre otras), se encuentra rodeado de una estructura de poder liderada por los grandes medios de comunicación, que tergiversan su realidad para hacer aún más difícil su programada venganza ante el asesinato de su padre. El espionaje, las coimas y el abuso rodean a la figura de Claudio, que está interpretado con solvencia por Héctor Hernández.
El director resuelve su interés por trabajar con lo que sucede tras bambalinas con un bastidor traslúcido, que se abre y se cierra mientras oculta lo que sucede por detrás, es decir, los tejes y manejes de esa estructura de poder corrupta. La misma estructura se transforma en pantalla, y en ella se proyectan imágenes vinculadas al control de los medios sobre las figuras públicas.
En el desempeño del elenco se destaca el trabajo musical, que contó con la preparación coral de Andrea Bassesco; también son un logro las escenas de combate, que contaron con el entrenamiento del reconocido Christian Zagía. Se impone, además, la interpretación de Victoria González Natero, en el rol emblemático de Ofelia, contrapunto del amor y la locura de Hamlet. Con algún inteligente guiño a la realidad actual de los artistas en las escenas de los cómicos, son puntos fuertes los encuentros entre Hamlet y el fantasma de su padre. Rogelio Gracia y Walter Rey consiguen sumergirnos en momentos memorables para cualquier espectador de teatro.
Esta esperada versión de Hamlet resulta una apuesta fuerte para El Galpón en la temporada 2022. Un gran clásico que vuelve a imponer su fortaleza, demostrando que nunca pierde su vigencia cuando un equipo escénico logra desplegar con destreza su profunda exploración de la condición humana.