Hay muchas formas de manifestarse, de protestar, especialmente si es contra un gobierno o contra un presidente. Piquetes, ocupaciones, escraches; hay personas que se han prendido fuego, otras llegan a suicidarse, otros escriben o cantan. En Sudáfrica durante el apartheid bailaban el toyi-toyi; todavía recordamos a Muntazer al Zaidi, periodista iraquí que le tiró un zapato a Bush, y más recientemente al “bromista” que le lanzó billetes a Blatter para quejarse de la corrupción en la Fifa.
Brasil y Dilma saben ahora de otro tipo de “reclamo”, uno que ofende a la presidenta en particular y a las mujeres en general. En julio se vieron en el país vecino algunos autos (y sus correspondientes imágenes circularon en las redes sociales) con un adhesivo alrededor de la boca del tanque de gasolina. La imagen, de 60 por 40 centímetros, impresiona por lo violenta: consiste en un montaje de Dilma con las piernas abiertas; cada vez que se carga nafta, Dilma es penetrada.
“Según los adeptos de esta aberración machista, la intención es ‘protestar’ contra el aumento de la gasolina. Parece que para ellos la mejor analogía para una protesta es una violación, la violación sexual que todavía aparece como si fuera algo gracioso. La penetración en este caso es contra la presidenta, que está siendo ‘castigada’ por haber aumentado los costos”, publicaba Revistaforum.com.br.
La encargada de la Secretaría Especial de Políticas para las Mujeres de Brasil (spm.gov.br), Eleonora Menicucci, realizó la denuncia ante el Ministerio de Justicia: “Es intolerable el material que violenta la imagen de la presidenta Dilma. Le duele a la Constitución por atentar contra la dignidad de una ciudadana brasileña y de la institución que ella representa, para la cual fue electa y reelecta democráticamente”.
Recordemos que la presidenta de Brasil ha dado pasos importantes para proteger la integridad de las mujeres, además de tener un ministerio, a cargo de Menicucci, que tiene por principal objetivo “promover la igualdad entre hombres y mujeres y combatir todas las formas de preconcepto y discriminación heredadas de la sociedad patriarcal y excluyente” (brasil.gov.br). Además, en marzo firmó una ley que tipifica el feminicidio, los asesinatos de mujeres por razones de género, y “establece penas más duras para los responsables de este crimen. Notando que un promedio de 15 mujeres son asesinadas cada día en Brasil por el simple hecho de ser mujeres, la presidenta calificó el tema como ‘una cuestión de género’” (unwomen.org).
El hecho de que Dilma sea mujer provoca reacciones distintas no sólo en cuanto de protestar se trata, sino también a la hora de hacerle recomendaciones. João Luiz Vieira, uno de los editores de la revista Época, perteneciente a la red Globo (epoca.globo.com), escribió un artículo sobre la sexualidad de la presidenta (se puede leer en naofo.de/6quf). Lejos del periodismo: más bien un abuso desde un lugar privilegiado.
“No la conozco personalmente, no conozco a nadie que la haya visto desnuda, pero es probable que su sexualidad le fue sustraída hace por lo menos una década (…) es de una generación de mujeres anti Jane Fonda, que creen que la sexualidad termina antes de los 60 años, después de haber tenido hijos y nietos”.
La nota no es larga, pero es curioso que un hombre que asume desde un principio no conocer a alguien, sea capaz de hablar de las noches de soledad de ese alguien. Las críticas no se hicieron esperar. Tildado de grosería, de sobrepasar los límites de la corrección, incluso los que no simpatizan con Dilma o con su política rechazaron el supuesto humor de Vieira. Un titular que se reiteró en los medios y circuló mucho en las redes sociales decía: “A vida sexual de Dilma e a saúde mental da Época”. La salud mental de un medio que publica la nota de uno de sus editores y horas después la quita, argumentando que “por fallas internas, el artículo ‘Dilma y el sexo’, que fue publicado en la mañana del jueves 20 de agosto, sin aprobación previa, estaba en desacuerdo con ideas y principios históricamente defendidos por la revista”, es realmente digna de ser analizada.