Veiroj compite por la Concha de Oro con su tercer largometraje, El apóstata, que narra la odisea de un joven que quiere que su nombre sea borrado de los registros de la Iglesia Católica. Y es que apostatar no es asunto fácil (la escritora uruguaya Andrea Blanqué ha escrito sobre el tema, que si, como muestra la película de Veiroj, en España resulta difícil, en Uruguay es llanamente imposible). La Iglesia Católica reclama para sí millones de fieles (1.229 millones, para ser exactos, según el Anuario Pontificio de 2013), la mayoría de los cuales han entrado a la institución –que no a la fe– porque sus padres lo han querido y sin ningún consentimiento de parte del implicado. Así, y porque sus padres eran creyentes, o porque ese vestidito de bautismo le quedaba tan mono, o por las dudas –de sus padres– de que lo del infierno fuera inverosímil pero cierto, usted será considerado católico para siempre, entrará en todas las estadísticas oficiales y será un granito de arena en la cuota de poder que tenga la Iglesia Católica en la sociedad. Y es que verdaderamente debería haber una amnistía anual, una temporada de apostasía en Semana Santa, un botón anti-spam. Algo. Que uno –alguien como yo, por ejemplo– ya tiene suficiente con cargar con la virgen, el padre putativo del Señor y la santa cruz todo en el mismo nombre todos los santos días.
Sin embargo, Veiroj dijo a la agencia Efe que su película no debe verse de ninguna manera como un ataque a la religión o a las instituciones: “Es una película sobre un personaje en cuestión y que engloba, dentro de esa cuestión, preguntas que él se hace y que se las hace, en este caso, a un obispo, y el sitio en el que quiere estar en relación con la Iglesia.
No es una crisis de fe lo que tiene este hombre. Al revés, es un personaje que tiene una fe gigante. No va por ahí su crisis. No es una película que vaya en contra de la religión. Al revés, es un tipo que representa todos los valores en los que le ha tocado nacer y ser educado. Para mí es muy importante también decirlo, por la importancia que tiene la religión tanto en España como en otros sitios; cualquier tipo de religión, porque no se trata de una religión sino de la relación que se establece con determinados dogmas o concepciones. Es una película súper respetuosa con esas instituciones, con la familia, con la religión e incluso también con el personaje, que no es un loco, que no es un freaky, que es como un radical. Es un personaje que se mueve en una línea que cuidamos mucho”.
El apóstata –una coproducción hispano-uruguaya– tuvo su première internacional en el Festival de Toronto y de allí siguió camino hacia San Sebastián, donde se presentó con una muy buena recepción por parte de la crítica y el público el pasado martes. Si bien Veiroj no es nuevo en San Sebastián (sus dos largometrajes anteriores, Acné y La vida útil, se presentaron y fueron premiados en las secciones Horizontes Latinos y Cine en Construcción), sí lo es en la competencia oficial. Luego la película seguirá su gira por festivales como el London Film Festival y el Festival de Busan, en Corea del Sur. En Montevideo está previsto que se estrene en el mes de octubre.