Alemania a la cabeza de la resistencia - Semanario Brecha

Alemania a la cabeza de la resistencia

La campaña en curso por la desaparición del dinero físico y la defensa del uso generalizado de tarjetas encuentra obstáculos en Alemania ante un público que desea mantener el anonimato frente a la banca y los estados. En el fondo, el debate gira en torno al control de la privacidad de los ciudadanos.

Una torta con forma de tarjeta para “celebrar” los cambios en las formas de pago, Kessel, Alemania / Foto: Uwe Zucchi Dpa

“El efectivo es libertad”, reza una carta abierta aparecida en el diario Bild en rechazo al proyecto del gobierno de impedir los pagos en efectivo por sumas mayores a los 5 mil euros. El encabezado es más duro aun: “Manos fuera de nuestro dinero en efectivo”. Alemania es el país donde el proyecto impulsado por la Unión, y que sin duda favorece a la banca, está cosechando las mayores resistencias.

Francia ya ha limitado los pagos en efectivo a 3 mil euros y Suecia está a la vanguardia en la eliminación del cash, objetivo que espera alcanzar en pocos años. La solicitada en la que se alienta a las personas a enviar cartas al ministro de Finanzas sostiene que “la limitación del dinero en efectivo no es más que la sospecha del Estado hacia sus ciudadanos”.

UN PLAN DEL BANCO MUNDIAL. Tanto el combate a la pobreza como la actual promoción de la inclusión financiera son propuestas nacidas del Banco Mundial. El principal argumento consiste en que ayuda a combatir el lavado de dinero y el narcotráfico. Pero en cada ocasión aparecen nuevos argumentos.

En América Latina el BM sostiene que los pobres son los más beneficiados por su iniciativa. No tener cuentas bancarias, argumenta, lleva a las personas a padecer de un “déficit de acceso financiero”, poco menos que una enfermedad. En Estados Unidos y en Europa las personas que no tienen cuenta bancaria son menos del 20 por ciento, cifra que trepa en América Latina al 50 por ciento y en varios países de África supera el 80 por ciento.

El “Informe sobre el desarrollo financiero mundial 2014. Inclusión financiera”, del Banco Mundial, dice que “las poblaciones de ingreso bajo son las que más se benefician de innovaciones tecnológicas como los pagos a través de teléfonos celulares, la banca móvil, y la identificación de los prestatarios mediante la verificación de las huellas digitales y el escaneo del iris”. Ese año el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, estableció metas para brindar acceso universal a los servicios financieros a todos los adultos en edad de trabajar a más tardar en 2020.

“En Sudáfrica, por ejemplo, el número de cuentas bancarias se incrementó en 6 millones en cuatro años gracias a un sistema público-privado –asegura el informe–. En Brasil se amplió el acceso de los habitantes de zonas aisladas a los servicios financieros mediante la promoción de la ‘corresponsalía bancaria’ basada en el uso de tecnología. Se trata de servicios financieros prestados en nombre de las entidades bancarias en tiendas y gasolineras, por agentes que se movilizan en motocicletas y en botes por el río Amazonas.”

Pero la realidad no es tan promisoria. El propio caso brasileño debería ser motivo de reflexión. Una de las peculiaridades del país norteño es que buena parte de las transferencias monetarias de programas sociales como Bolsa Familia son transferencias bancarias que dan derecho a tener tarjeta de crédito y débito. De ese modo la cantidad de personas “incluidas” en el sistema financiero creció de modo exponencial.

En 2001 el crédito representaba el 22 por ciento del Pbi brasileño, y en 2014 superaba el 58. Mientras el salario creció un 80 por ciento entre 2001 y 2015, el crédito individual aumentó 140 por ciento. El resultado no es sólo un crecimiento exponencial del consumismo, sino del endeudamiento de las familias: en 2015 las familias brasileñas dedicaban el 48 por ciento de sus ingresos al pago de deudas, frente al 22 en 2006.

LA ANOMALÍA ALEMANA. Los alemanes pagan cuatro de cada cinco facturas en dinero contante y sonante. Se trata –esa es la convicción general– de un modo de proteger la privacidad. “En el mundo digital ofrecer dinero en efectivo es la única manera de escapar de la adquisición de datos y control por parte del gobierno en los bancos y las transacciones monetarias”, puede leerse en el texto del Bild. “El efectivo te protege contra la vigilancia del Estado”, agrega la carta abierta.

Diversos grupos políticos germanos, desde los verdes a parte de la derecha, condenaron las medidas propuestas por la Unión Europea. El diputado verde Konstantin von Notz explicó las razones en su cuenta de Twitter: “El efectivo nos permite permanecer en el anonimato durante las operaciones del día a día. En una democracia constitucional, es una libertad que tiene que ser defendida” (The Guardian, 8-II-16).

Incluso el jefe del Banco Central de Alemania, Jens Weidmann, se ha distanciado de las propuestas del gobierno, declarando al Bild: “Sería fatal si los ciudadanos tuvieran la impresión de que se les está apartando poco a poco del dinero en efectivo”.

Los datos muestran una clara divergencia en el comportamiento de los alemanes respecto de otros ciudadanos de países desarrollados. En 2013 en Alemania sólo 18 por ciento de los pagos se hicieron con tarjeta, comparado con el 59 por ciento en Reino Unido, 54 por ciento en Estados Unidos y el 50 por ciento en Francia.

Paralelamente, los niveles de endeudamiento que presentan los consumidores teutones son notablemente bajos. El país tiene a su vez una de las tasas de propiedad de vivienda más bajas, por la aversión de sus habitantes a endeudarse mediante hipotecas.

Las razones que explican este comportamiento van desde la traumática hiperinflación que sufrieron los alemanes entre ambas guerras mundiales, hasta la desconfianza en el Estado, ante el cual parecen optar por la autonomía personal y cierto anonimato.

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Quemar el chip

La cédula al microondas

En Alemania hubo cierta alarma cuando se supo que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Nsa, por sus siglas en inglés) había espiado teléfonos y correos electrónicos de dirigentes políticos, empresarios y hasta ciudadanos de a pie en Europa y en su propio país. A partir de entonces, para evitar ser espiados, algunos alemanes decidieron neutralizar el chip integrado a sus documentos de identidad calentándolo en el microondas.

Un joven fue detenido hace medio año en el aeropuerto de Fráncfort ante la sospecha de que había modificado su identificación utilizando este procedimiento. El joven se enfrenta a una multa, incluso a pena de prisión, por alterar documentación que es propiedad del Estado. Pero la práctica se extendió e hizo que algunos alemanes cuelguen en Youtube videos de cómo deshacerse del chip que desde 2010 está integrado a sus documentos de identidad.

Aunque advierten que va contra la ley, las páginas que mencionan cómo hacer para deshacerse del microchip tienen muchas reproducciones y comentarios. Una encuesta de The Wall Street Journal de 2014 mostró que casi 40 por ciento de los alemanes consideraban una amenaza la digitalización promovida en todo el mundo por los servicios estadounidenses de inteligencia.

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